23.12.09

Navidad. Mmm.

[Luces en la Red de San Luis, desde la puerta del edificio de Telefónica.
Lluvia y movimiento - un efecto más interesante que la imagen real.]

Ha sido imposible organizar la cena de Navidad, pero al menos ayer conseguimos reunirnos por un cumpleaños, y la verdad es que fue una idea genial lo de ir al Café de la Luz (calle Barco con Puebla). Fue cosa del Niño Calamar, que para eso cumplía 32 años. El resultado de tres cervezas esta mañana era una resaca de muerte, que no es bueno cuando uno tiene que trabajar. Si eso fuera lo peor... Pero no lo es. Lo peor es que ha empezado la Navidad oficialmente. He enviado mis emails de felicitación (esa lucha por la originalidad que tendrá su máximo apogeo en los SMS que millones de españoles intercambiarán mañana). Y mañana haré el largo viaje hacia la noche, la noche exterior y la interior.

Navidad. Mmm. Menudo trance. A veces me planteo si toda la parafernalia merece de verdad la pena, y qué es eso que otros encuentran consolador más allá de los regalos, las cenas y las luces. Todo es confuso. Es tan grande la distorsión que ya no sé cómo actuar ni qué sentir. ¿Tendría sentido celebrar la Navidad en el Chinatown de Blade Runner? Estas fotos me hacen sentir que podría estar como Deckard, viendo pasar autómatas con paraguas desde mi rincón de la barra de un puesto de comida china.

Tyrell: We began to recognize in them a strange obsession. After all, they are emotionally inexperienced, with only a few years in which to store up the experiences which you and I take for granted. If we gift them with a past, we create a cushion or a pillow for their emotions, and consequently, we can control them better.
Deckard: Memories! You're talking about memories!

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