30.9.11

Memoria de un perfume


[No hay droga más dura y adictiva que el romance]

Wake up look me in the eyes again
I need to feel your hand upon my face
Words can be like knives
They can cut you open
And the silence surrounds you and hunts you
I think I might’ve inhaled you
I could feel you behind my eyes
You've gotten into my bloodstream
I could feel you flowing in me
Words can be like knives
They can cut you open
And the silence surrounds you and hunts you
I think I might’ve inhaled you
I could feel you behind my eyes
You've gotten into my bloodstream
I could feel you flowing in me
The spaces in between
Two minds and all the places they have been
The spaces in between
I tried to put my finger on it
I tried to put my finger on it
I think I might’ve inhaled you
I could feel you behind my eyes
You've gotten into my bloodstream
I could feel you flowing in me
I think I might’ve inhaled you
I could feel you behind my eyes
You've gotten into my bloodstream
I could feel you flowing in me.


[Stateless, Bloodstream]

27.9.11

99 años de Lamarca Hermanos

[La foto sólo es regular, pero se ve al fondo otro rincón singular]


Desde que me he hecho chamberilera he perdido la pista al barrio de Justicia, que ha sido el mío durante 13 años. Ahora por fin parece que, a pesar de la crisis, vuelven a restaurar algunos edificios - que dicho sea de paso, jamás he visto limpios en mi vida. Justicia debió ser en tiempos señorial, pero los 70 y 80 los vivió a tope: a pocos metros de aquí estaba el famoso Kwai, bar canalla regentado por un asturiano con pinta de dinamitero loco que sólo servía ron y whisky DyC. Sólo hay que echarle un vistazo al vídeo original de "Menea el bullarengue", el vejete de la derecha era el barman, y sólo se retiró cuando muy mayor se rompió la cadera.

En fin, las capas de pintura están sacando a la luz un Madrid más fotografiable y presuntuoso. El antiguo edificio de Lamarca Hermanos, fabricantes de carruajes desde 1902, ha pasado décadas bajo una capa de mugre y pintura desconchada, y ahora ya no pasan borrachos desarrapados por delante, si no los niños bien que han hecho de Lo Siguiente un nuevo sitio de moda. Aquí podéis ver mejor la transformación. Me pregunto si estas cosas pasan porque el edificio está en la zona de influencia de la SGAE y el nuevo domicilio de Alberto Ruiz Gallardón.


[Incluso le han dejado un grafitti en la esquina con Regueros]

Negligencias

[Aquí tengo el mantra, de momento. Hasta que la de la limpieza lo descubra]

Hace un par de semanas la cita de mi calendario del trabajo me dejó noqueada. Tengo uno de esos almanaques anticuados en los que hay que pasar la hojas (uno de esos que usaban en las películas antiguas para hacer metáfora del vuelo del tiempo) y cada día trae su frase inspiradora.

Este señor chino, Cho Tsan-King, del que todo lo desconozco salvo su perspicacia, me ha dado la clave, de momento, para nadar en las aguas turbulentas de mi trabajo en estos tiempos. La ligereza, pasar por alto los pequeños detalles decisivos, ha sido mi error siempre.

25.9.11

Indian summer


[Después del veranillo de San Miguel, acaban los días buenos]

In the delta sun, down in Arkansas
It's the great god bird with its altar call
And the sewing machine, the industrial god
On the great bayou where they saw it fall
It's the great god bird down in Arkansas

And the hunters beware, o'er the fisher's fowl
And paradise might close from its safe flight flawed
It's the great god bird through it all

And the watchers beware, lest they see it foal
And paradise might laugh when at last it falls
And the sewing machine, the industrial god
It's the great god bird with its altar call
Yes, it's the great god bird with its altar call
Yes, it's the great god bird through it all

[Sufjan Steven, Great God Bird]


[Esto no es Arkansas, es el Far West cacereño. Y se podría haber filmado algo parecido.]

Cambio de estación

[La foto es del atardecer en Llanes en junio, pero es una foto de closing time.]

Pues ya está, ha pasado el verano, y sobre todo, ha pasado septiembre. Un mes complicado siempre, que me ha dejado sin energías, al contrario que años anteriores. Todos los años escribo (todos sin excepción me atrevería a decir) que el otoño es el tiempo de que pasen cosas. Pero este noveno mes me ha puesto a prueba en todos los sentidos, y es que me ha recordado cada uno de los días que me he hecho mayor, y las decisiones importantes ya las he tomado, para bien o para mal. He vivido cada septiembre de mi vida en uno.

Miro hacia a trás y trato de encontrar esa línea que une los puntos que tan famosa ha hecho Steve Jobs. La línea está ahí, correcto. El problema es que une hitos un tanto dudosos, más anticlimáticos que extáticos. Tengo la sensación de que cada vez que he estado encaminada, al llegar a la encrucijada he escogido el camino fácil, y de alguna manera eso ha hecho que me aleje bastante de la ruta original. Que el camino me ha hecho más sabia, sí, que he aprendido mucho sobre como funcionan las personas, sí. Que me he equivocado mucho, también. Pero no, no estoy más cerca de la meta, a no ser que el objetivo, sin yo saberlo, fuera darme sabiduría en la vejez, y no felicidad. Aunque ya sé que es un hecho casi probado que la felicidad sólo surge de la candidez, la ignorancia y algo de dinero.

No sé si es la única manera de salir adelante o si es mero escapismo salir cada mañana a la calle pensando que todo puede cambiar. Es también algo muy settembrino, al menos en mí. El cataclismo que acabará con el mundo va de la mano del detalle que salva el día, y si estoy a punto de tirar la toalla, salgo a correr un poco y se me cura el fatalismo al ver que todos somos el mismo escarabajo pelotero que sube la colina como Sísifo.

14.9.11

El 11º aniversario de la pérdida de un libro

[El autor firmando ejemplares no lejos de dónde se sucedieron los hechos aquel día singular]

Coincidiendo con las fechas históricas en las que perdí mi ejemplar de La Cripta Embrujada (que atesoraba desde que mi profesor de literatura de 8º tuvo la feliz idea de usarlo en clase) he terminado de leer La aventura del Tocador de Señoras de Eduardo Mendoza. Gran desilusión: lo compré con muchas ganas porque quería ver cómo culminaban las hazañas del innombrado protagonista, pero he terminado luchando cada noche contra el sueño para terminarlo, porque ni es ya divertido, ni fresco, ni se distinguen voces en los personajes (todos usan la misma farfolla lingüística que me hizo gracia entonces y que aparece en más libros del autor (estoy pensando en Sin noticias de Gurb y Una Comedia Ligera). Sólo hacia el final, en la página 259 de mi edición limitada 10 años Booket, la siguiente frase me ha hecho soltar una carcajada:


"Lo único que puedo asegurar es que en ninguna ocasión, ni siquiera en los más críticos bretes, he visto, conforme suele contarse, pasar ante mí mi vida entera como si fuera una película, lo que siempre es un alivio, porque bastante malo es de por si morirse para encima morirse viendo cine español."

De cómo perdí aquella sobada edición de bolsillo de Seix Barral en el Retiro habría tanto que contar... Podría incluso escribirse una decente cuarta parte.

13.9.11

Martes y trece. Septiembre.


[El vídeo no hace justicia a esta canción perfecta.]

En mi celda acolchada tienen mi cabeza vendada,
me espera una sesión de electroshocks para que recupere la razón.
En mi camisa de fuerza escucho hablar tras la puerta.
Los medicos preparan la poción
es una dosis superior, sí, por favor.
-Lo sé, es horrible el sabor,
pero ya verás te sentirás mejor.
Perdón, no me presenté,
soy la paciente de la celda tres.
En la pista de baile danzamos canciones en braille
aquí los locos lo pasamos bien con un aguijón en nuestra sién.
Siento calambres hermosos en mi sistema nervioso,
nada de esto me hace efecto ya porque no consigo olvidar.
-Díme ¿por qué estás aquí?

¿Qué recuerdo quieres extinguir?
Te van a lobotimizar,

la enfermera empieza a conspirar.
No te puedo olvidar, lo siento, no te puedo olvidar.
Aunque lo nuestro se acabó

brillará como una estrella que murió.
No te puedo olvidar, lo siento, no te puedo olvidar.
Aunque lo nuestro se acabó

brillará como una estrella que murió.

-Mentí, yo no te olvidé

y sé que esto me va a enloquecer.
Soy yo el intenso fulgor

que ya no ves porque alguien lo apagó.

[Sidonie, Los Olvidados]