[Es un río tan viejo y largo. Cruza tantos lugares, lleva tanta agua, arrastra tantos reflejos fugaces. Empuja nuestras vidas hacia Lisboa y las arroja al atlántico. No lo cruzan puentes, sólo saltos de fé.]
[...]Y aún no se me figura que me toca
[...]Y aún no se me figura que me toca
aqueste oficio solamente en vida,
mas con la lengua muerta y fría en la boca
pienso mover la voz a ti debida.
Libre mi alma de su estrecha roca
por el Estigio lago conducida,
celebrándose irá, y aquel sonido
hará parar las aguas del olvido.
Mas la fortuna, de mi mal no harta,
me aflige, y de un trabajo en otro lleva;
ya de la patria, ya del bien me aparta;
ya mi paciencia en mil maneras prueba;
y lo que siento más es que la carta
donde mi pluma en tu alabanza mueva,
poniendo en su lugar cuidados vanos,
me quita y me arrebata de las manos.[...]
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[Garcilaso de la Vega, "Egloga III"]
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