25.11.13

Existencias perdidas

Handke se encargó de dirigir su propia versión de la novela en 1977
  Leía un periódico en un café y murmuraba algo para sí. Vino el actor y se paró delante de ella:
-He reconocido su coche fuera, en el aparcamiento.
Ella le observó con sorpresa y dijo:
-Estoy leyendo un periódico; no lo hacía desde hace mucho tiempo. Ya no sabía nada de lo que pasa en el mundo. ¿En qué mes estamos?
El actor se sentó a su lado:
-En febrero.
La mujer:
-¿Y en qué continente vivimos?
-En uno.
La mujer:
¿Tiene usted nombre?
El actor se lo dijo; miró hacia un lado y se echó a reir; empujaba los vasos de un lado a otro de la mesa. Al fin la volvió a mirar y dijo:
-Nunca había seguido a una mujer. La estoy buscando desde hace días. Su rostro es tan dulce... ¡como si fuera usted siempre consciente de que tenemos que morirnos!Perdone si digo alguna tontería.

El actor movió la cabeza de un lado a otro.
-¡Ah, cuando digo una cosa en seguida quiero retirar lo que he dicho! Estos últimos días no podía sosegarme de tanto como deseaba verla. No se enfade conmigo, por favor. ¡La veo a usted tan libre, tiene usted esta - se rió - línea vital en la cara! Estoy ardiendo por usted, en mí todo está al rojo por usted. ¿Piensa tal vez que estoy en un exceso de tensión porque llevo demasiado tiempo sin trabajo? Pero no diga nada. Tiene usted que venir conmigo. No me deje solo. Quiero tenerla. Qué existencias tan perdidas hemos sido usted y yo hasta ahora, ¿no es verdad? En una parada de tranvía leí: El te ama, El te liberará, y pensé inmediatamente en usted: no, no EL, NOSOTROS nos liberaremos el uno al otro. ¡Quisiera rodearla por todas partes, sentirla en todas partes, en la mano, aun antes de tocarla, sentir cómo el calor asciende de usted! No se ría de mí. Oh, cómo la deseo.¡Estar con usted ahora mismo, muy fuerte, para siempre!

Estaban sentados uno frente al otro sin moverse; él parecía enfadado casi; luego salió corriendo del establecimiento. La mujer estaba sentada entre otra gente, inmóvil
.


[Peter HANDKE 1979 La Mujer Zurda. Madrid: Alianza Editorial. Pág. 102]

Hace un mes que terminé este libro, pero tenía guardado el pasaje por ahí, a la espera de una circunstancia oportuna. Y ayer, justo después de responder el email de un amigo en el que le recordaba que el tiempo pasa, el pasaje volvió a mi memoria. No sé si mi amigo habrá hecho caso de algo de lo que le dije (seguramente no) pero me gustaría pensar que ayer abordó a la mujer en cuestión, y fue capaz de expresar todo esto sin salir corriendo después.

La misteriosa dedicatoria que una mujer llamada Amparo dejó en mi copia de segunda mano

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