8.5.11
Un domingo en la calle Fuencarral, 2
Un paseo dominguero no puede reducirse a poner un pie detrás de otro por las aceras de la villa. Las mañanas de domingo están llenas de horas llenas a su vez de propósitos y acciones. El atuendo es tan importante como el destino o las bolsas que se acumulan en la manos, disfrazarse de francés es la alternativa laica a emperifollarse para ir a misa. Y caminar sin una barra de pan y unos pasteles o el periódico bajo el brazo es anatema. Si no hay periódico llevarás al menos un libro. Top Books y la Casa del Libro estaban abiertos, y en ambas librerías he terminando picando (para escándalo de mi madre, que lamenta cada adición al gran "criadero de polvo" que es mi corta biblioteca). Madres.
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