Aunque empezamos la noche en la parte noble (no en vano son bares bastante finos los que florecen por La Latina) no pudimos dejar de acercarnos a Las Vistillas a echar un ojo. Y lo que vimos no ha cambiado apenas en 15 años, no ha cambiado en treinta siquiera: parecidos tipos universitarios con barbacas, vestidos de agitadores de izquierdas, imbuídos de la crónica nostalgia de los tiempos de Tierno Galván (otro de esos tiempos que nunca han existido). Chavales con chaleco y gorra de chulapo, Los Suaves, la lluvia... San Isidro siempre ha sido una fiesta un poco aguada, que no colma espectativas y deja un sabor agridulce en los labios. Es el sabor del Calimocho, quizás: hace años que no lo bebo, pero esta mezcla de vino peleón y Coca Cola a partes iguales sigue sabiendo también a juventud. Me hace recordar una canción de Gabinete Caligari, culmen del rock castizo, que viene al caso. Vaya vídeo, sordidez por los cuatro costado, y pinta de brasas del Urrutia:
Amor, la noche ha sido larga y llena de emoción
Pero amanece y me apetece estar juntos los dos.
Bares, qué lugares tan gratos para conversar
No hay como el calor del amor en un bar.
Amor, no he sabido encontrar el momento justo
Pues con el frío de la noche no estaba a gusto.
Mozo, ponga un trozo de bayonesa y un café
Que a la señorita la invita monsieur.
Y dos alondras nos observan sin gran interés
El camarero está leyendo el As con avidez.
Bares, qué lugares tan gratos para conversar
No hay como el calor del amor en un bar
Amor, aunque a estas horas ya no estoy muy entero
Al fin llegó el momento de decirlo: te quiero.
Pollo, otro bollo, no me tenga que levantar
No hay como el calor del amor en un bar.
Jefe, no se queje y ponga otra copita más
No hay como el calor del amor en un bar.
Amor, la noche ha sido larga y llena de emoción
Pero amanece y me apetece estar juntos los dos.
Bares, qué lugares tan gratos para conversar
No hay como el calor del amor en un bar.
Amor, no he sabido encontrar el momento justo
Pues con el frío de la noche no estaba a gusto.
Mozo, ponga un trozo de bayonesa y un café
Que a la señorita la invita monsieur.
Y dos alondras nos observan sin gran interés
El camarero está leyendo el As con avidez.
Bares, qué lugares tan gratos para conversar
No hay como el calor del amor en un bar
Amor, aunque a estas horas ya no estoy muy entero
Al fin llegó el momento de decirlo: te quiero.
Pollo, otro bollo, no me tenga que levantar
No hay como el calor del amor en un bar.
Jefe, no se queje y ponga otra copita más
No hay como el calor del amor en un bar.
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