8.5.09

Legio VI Victrix o Legio VII Gemina

[Escalinata del parador de San Marcos]

Debería haberlas subido antes, pero con las limitaciones de conectividad que tengo no he podido hasta ahora. Este ordenador sólo tiene un puerto USB y lo necesito para el modem, y mi cable de datos del móvil está en alguna caja de la mudanza, no soy capaz de encontrarlo. Son fotos de León, del fin de semana pasado. Aunque es de las provincias en las que no he vivido en las que he pasado más días, tampoco se puede decir que la conozca. A los 15 años fui con dos amigas a un campamento del colegio, y estuvimos por Villamanín y Barrios de Luna. De los 15 días que pasamos allí aquel verano sólo estuvimos unas horas en la ciudad, y apenas recordaba vagamente la Catedral.

Con muuuchos años más he vuelto y me ha gustado mucho. Como el resto de ciudades españolas tiene esos edificios espantosos construidos entre 1940 y 1990 pensados simplemente para vivir (los edificios de la España del Cuéntame, un día tengo que publicar una galería de los horrores), pero compensa de sobra con las joyas de tiempos más imaginativos. Si uno piensa que la historia de la ciudad empieza nada menos que con una asentamiento romano con más de 2000 años de antigüedad se queda pensando necesariamente. Este año está siendo interesante en este sentido: después de haber pateado bastante el extranjero vuelvo a los orígenes remotos y cercanos a la vez de mi propia historia.

[Fachada de S. Marcos, imposible sacarla entera si no es desde lejos]

León son los romanos, los primeros reinos cristianos y la oscura intrahistoria de un linaje. Ahora que mi abuelo (que en verdad es charro, pero lleva casi tres cuartos de siglo en Cáceres) está perdiendo la cabeza, los recuerdos que parecen aflorar con más frescura son los de los tiempos que pasó por el norte. Con él se perderá la memoria de un modo de vida ancestral: la de subir con el ganado cada verano a zonas de pasto verde cuando la hierba se secaba más al sur. Estas navidades, cuando ha estado más inquieto por la demencia, sólo podía pensar en coger el coche para ir a la estación de tren a recoger las ovejas que venían de León, paridas muchas de ellas. Sentí una emoción extraña (mezcla de lástima y nostalgia por algo que no he llegado a conocer) cuando al llegar a Astorga pasé por la línea de ferrocarril que sale de Plasencia. De adolescente mi abuelo llegó a hacer el viaje a la antigua usanza, subiendo el ganado a patita, aunque siempre se lamentó de aquello: su padre lo sacó del colegio para que trabajara.

[Claustro de San Marcos, vista interior]

[He abierto un yogur y la gata, que dormía en otro cuarto, ha venido corriendo. ¡Cómo nos conocemos!]

Más allá del mitológico León de la mesta está el familiar: fotos de una boda a la que mis padres estuvieron invitados en el 86. Ya conocía San Marcos y la casa Botines por aquél álbum, y fue curioso encontrar los edificios por mí misma, hasta cierto punto ya estaban impregnados de recuerdos ficticios y no los estaba mirando con ojos nuevos; lo que vi ¿fue una confirmación de lo que mi padre sacó hace 23 años con la cámara o la imagen que los conos de mi retina estaban captando? Una combinación, supongo, no existe cerebro virgen, y el mío no lo es en asoluto, arrastra un lastre pesadísimo de imágenes robadas.

[Claustro y patio de San Marcos]

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