13.8.10

Santillana del Mar

[Colegiata de Sta. Juliana, s. XII. El atractivo principal de Santillana está en las cuevas de Altamira, pero eso está sólo al alcance de unos pocos.]

Es agosto, y después de dos semanas completamente diferentes, y en un día completamente diferente (parece mentira que se haya levantado este viento de pronto, justo cuando creíamos que no había salida más allá del desierto de 37 grados) es el momento de poner al día el álbum de fotos. Las tres últimas semanas contienen de todo, y variadito. Hmmm. Llevo toda la tarde con esta entrada abierta, y me está resultando difícil arrancar y escribir. No sé qué me ocurre, me estoy quedando sin palabras para todo. En fin, cuando faltan maneras de decir lo que se piensa o siente, siempre queda el recurso de centrarse en las cosas pequeñas. Y aquí está la entrada.

Primera estación de las vacaciones, Santillana del Mar. Es curiosa la forma que tienen los recuerdos de retorcerse y retorcernos: hace miles de años, mis padres hicieron un viaje con mis hermanos pequeños a Santander, y recuerdo unas fotos de Santillana y Fuente De. No tengo ni idea de dónde están esas fotos, pero siempre he tenido como una espinita que por fin me he sacado. No he visitado el mismo pueblo al que llegaron ellos: apuesto que entonces todavía se podía entrar con el coche hasta la cocina, y que cada tienda y local era de su padre y de su madre - no como ahora, que los letreros son tan estándar que es imposible distinguir una carnicería de una tienda de artesanía.
[Una foto del exterior; en este enlace, algunos detalles sobre la colegiata.]


[Tengo cierta obsesión por los capiteles y las figuritas siempre distintas que labraban los canteros. Estos dos ejemplos son del exterior, frente al palacio de Velarde]

Pero más allá de la homogeneización que ha afectado a todos los pueblos pintorescos del país (Albarracín, Miraflores, La Alberca y en general cualquier pueblo en el que las casa se reparan con subvención), Santillana del Mar es un sitio muy bonito, con palacetes y casonas. Me encantan las casas de piedra, especialmente si tienen, como éstas, tejados y balcones de madera, y hay flores brillantes por todas partes. Los patios sevillanos pueden ser preciosos, pero también son oscuros y privados (al menos los que conozco). Las casas cántabras no esconden las flores, casi siempre rosas, blancas y rojas. Cuesta trabajo no sacar fotografías de cada una - sobre todo al comienzo de una viaje, cuando el botón de disparo de la cámara está calentito.

[Un paseo muy agradable, aunque, la próxima vez no me vuelvo sin acercarme a las cuevas y probar las anchoas.]

[Torre de Don Borja, siglos XV y XVI]

[Casa de los Hombrones, s.XV]

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