30.5.09

Mi momento zen

[He encontrado la foto en un sitio que no tiene nada que ver con esta entrada, pero me gustaba tanto que me la he apropiado: una perfecta composición de los obstáculos que encuentro cada día]

Después de la semanita que he tenido (cuando me jefa se va de vacaciones la entropía del sistema se acelera de manera exponencial) me parece mentira poder estar tranquilamente en casa. No tengo que escuchar voces furiosas al teléfono, no tengo que postponer eternamente tareas importantes porque otras ridículas pero urgentes entran sin cesar. No tengo que cabrearme porque mis compañeros se creen que ellos también están de vacaciones sólo porque no está el gato para vigilarlos.

Al menos tuve una pequeña satisfacción ayer, cuando alguien le dijo al más jeta de todos "tú no tienes la más mínima autoridad, un cono de plástico plantado en tu silla impondría más respeto". Lo dijo de broma, pero lo dijo, y ahí queda. Cómo deben estar las cosas para tener que escuchar eso. Y es que en el fondo somos mandriles vigilando mandriles. Es imposible concentrarse en tareas de mandril adelantado si el resto de la manada está chillando a tu alrededor. He dejado de divertirme y trabajo más que nunca, pero es trabajo estéril.

Otra frase que se escuchó ayer, ésta sobre mí: "Vives para trabajar y eso no es bueno".

Pero hoy casi no he tenido que hablar. Escucho las ramas de acacia mecerse fuera y al canario del edificio de enfrente. Hasta las pulsaciones mecánicas de la lavadora son agradables al oído. La gatita está detrás de la pantalla, durmiendo sobre una libreta. Puedo dedicar el tiempo que quiera a escribir esta entrada, sin necesidad de doblegar el perfeccionismo a un nivel rentable: si quiero me tumbo, si quiero me siento. Si quiero escucho música, bailo, o miro simplemente al techo. Es mi momento zen: miro cómo la gata dormita en posición de tanque y se me quita el mal humor.

Alguien debería analizar por qué el tiempo parece detenerse alrededor de un felino relajado.
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[Sita and Sarita (Jeune fille au chat), Cecile Beaux, 1894.]

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