Lorsque mes doigts caressent à loisir
Je vois ma femme en esprit. Son regard,
Et, des pieds jusques à la tête,
[Un acierto: rebautizar a Carlo Ventresca (!) como Patrick McKenna]
[Sala del Renoir Cuatro Caminos donde se perpetró la proyección]
Frase con la que me perdieron definitivamente: [Robert y Vittoria encuentran cierta marca de agua en el papel del último ejemplar de un libro de Galileo] Ella: "La inscripción está en inglés, ¡qué extraño¡". Él: "No es extraño en absoluto, el inglés era el idioma de los que desfiaban la autoridad de la iglesia. Chaucer, Shakespeare...". BULLSHIT, BULLSHIT, BULLSHIT!!!
Hace justo 15 años, cuando terminé COU, quedé con mi tío en Alonso Martínez. Tomamos algo en la cervecería Santa Bárbara (cerveza necesariamente, entonces aprendí que el conteo de cañas lo llevan por los posavasos de fieltro gris). Caminando llegamos hasta la calle San Bernardo (supongo que íbamos hablando de selectividad, de qué quería estudiar, de mis nervios) y finalmente entramos en Fuentetaja. Mientras yo miraba los libros mi tío le preguntó a un señor barbudo si aquel año irían a la Feria del Libro, a lo que el otro contestó con firmeza que no, que aquello era una feria de la vanidades de la que podían prescindir.
Aquel día mi tío me regaló dos libros. Uno era La Tabla de Flandes, de Pérez Reverte. Y el otro Cuentos Completos de Benedetti, la misma edición sobre la que el escritor apoya la cabeza en esta foto. Los recuerdos son caprichosos, y aquello lo tengo grabado a pesar de que no puedo consultar la dedicatoria, ambos están todavía en alguna caja polvorienta esperando ser por fin trasladados. Hace un par de semanas conté cómo Magris había cambiado mi vida; con Benedetti me ocurrió algo parecido, pero por motivos completamente distintos. Durante años guardé un par de flores de jazmín aplastadas entre sus hojas, celebración nostalgica de otro episodio más que nunca sucedió.
El verano del 95 es Amorica de Black Crowes, Benedetti, invitado de honor viendo un desfile de Naomi Campbell en la tele del salón. Y muchas otras desgracias preuniversitarias. Ahora Benedetti ha muerto y sin saberlo arrastra consigo muchos episodios de mi propia vida que creía olvidados. Me deja como a los viudos de Margaret Sulluvan.
Creo que ésta es la primera mañana que tengo para relajarme de verdad en mi (ya no tan nueva) casa. He cogido dos días libres para hacer cosas que tengo pendientes desde hace tiempo, y es que el lunes por la tarde volví a salir a las 8 y tuve mi segunda crisis de fe laboral en un mes. Estoy más que harta de vivir encerrada en un bucle de trabajo-trabajo-trabajo. No me importan las horas largas ni las tareas, pero se ha convertido en un tunel alienante que no parece tener salida ni ascender. es una especie de Moria, más bien.
Son malos tiempos para moverse, pero siempre se pueden buscar alternativas para salir algo antes cada día. Y en eso estoy.
Qué bien sabe la libertad. Ahora que empiezo a comprender que la posesión es algo relativo estoy empezando a disfrutar de la que es ahora mi casa, de mi conexión de internet, de la música de mi iPod. Todo puede desvanecerse en un momento, ahora es el momento de mirarlos como si fuera la primera vez que los veo. Los gatos están durmiendo, cada uno en una cama. Afuera luce el sol y siguen su curso las vidas de 5 millones de personas. Yo estoy frente al ordenador cantando "Blackbird" de los Beatles:
[Pues éste es el numerito que se ha montado Hugh en el garage]
Lo sé, y sé que lo sabéis: los australianos son mi debilidad. Y si Russell Crowe ya no es la fuerza bruta de la naturaleza que antes era (y ahora se ha convertido en un actor rechoncho que tiende a hacer de sí mismo en cada papel) contrataca con más fuerza el hombre más sexy de la tierra (dicen, y yo les creo).
Con todo, Hugh Jackman es más que esa masa de músculos cincelados (que no pintados) que se adivina bajo los jirones de camiseta de Lobezno. Canta, baila, y es incluso gracioso. No había visto hasta ahora ninguna imagen de la ceremonia de los Oscar, y me he divertido bastante.
Si es que es australiano, eso lo explica todo.