12.8.12

Perder - un estilo nacional

 [Faro de Trafalgar desde una de las playas de Caños de Meca, Cádiz]

Cádiz no es sólo playa, o si lo es, es una orilla del tiempo. Desde hace 3000 años vienen desembarcando o naufragando en sus costas civilizaciones que nos han enseñado por la fuerza lo que es perder. Los tiempos de los Fenicios quedan demasiado lejanos como para conocer el alcance de su devastación, pero en el 711 los árabes se plantaron en Tarifa, y la broma de Don Julián nos tuvo entretenidos casi 8 siglos. Aquello que fuéramos como Hispania se perdió, y tratando de recuperarlo los Reyes Católicos nos convirtieron en un país, quizás. Pero el desastre que me ha dejado pensando desde hace unos días, mientras leía Cabo Trafalgar, de Arturo Pérez Reverte, es el que tuvo lugar el 21 de octubre de 1805 a pocas millas del faro de la foto.  Impresiona pensar que estas mismas playas en las que hoy toman el sol los nudistas se cubrieron de pecios y cadáveres los días posteriores a la batalla.

Pero hablaba de perder. Y es que Nelson, aunque no volvió a tierra para descubrirlo (a él le costó la vida), nos arrancó definitivamente el orgullo de ser una potencia naval, de ser un país independiente, y nos quitó de una tirón la venda de los ojos en lo que a nuestros gobernantes se refiere. Ni por primera ni por última vez nos dimos cuenta de que nuestros dirigentes no tienen ni idea sobre cuál es el camino a seguir. No me extraña que Pérez-Reverte persevere en el tema histórico, es un filonazo ahora que ha dado con la esencia de nuestra cruda realidad. Ha empezado con Alatriste y la decadencia de los Austrias, los Borbones durante la invasión napoleónica le ha inspirado ya dos libros y supongo que va a seguir con la pérdida de Cuba. Y es que a todo es aplicable la situación actual. ¿Cómo se explica si no que estos pasajes, escritos en 2004, suenen históricos y proféticos a un tiempo?:

El estado comatoso en que andan España y su Marina tiene que ver con los grandes intereses de otras naciones, pero también con enjuagues de personajillos de tercer orden, miserales intrigas cortesanas, medros particulares y, sobre todo, la absoluta incapacidad del gobierno puesto en manos de Manolito Godoy (otros tiene a Tayllerand o Metternich y los españoles tiene a Godoy).

[Arturo PÉREZ-REVERTE (2006) Cabo Trafalgar. Madrid: Punto de Lectura. Pag. 48]

Por qué salimos a luchar sin esperanza, es la pregunta. Al matadero tocando el tambor y la gaita. Buenos barcos y oficiales competentes sin tripulaciones a las que mandar, frente a enemigos implacables y entrenados como máquinas, motivados y con una ferrea disciplina: estirpe de marinos y piratas, conscientes de que quien controla el mar domina el mundo. Profesionales despiadados y sin complejos. Por eso las dotaciones inglesas son las mejores del mundo. Y luego está la moral de la tropa. A estas alturas, venteando el desastre que se avecina, hasta el último guardamarina de la tropa combinada sabe que, resguardada en Cádiz como en el 97, la flota aliada podría haber obligado a los ingleses al desgaste de un largo bloqueo; pero que salir ahora en busca de batalla abierta sólo puede acabar en desastre. Salir o no salir, dat is de cuestion: como lo del majareta ese de Chéspir (dijo alguien), pero en versión caspa. A la española.

[Ibid. pag. 70]

Ay que ver lo dramática que me pongo, y todo porque esta vez no nos ha funcionado el talismán del deporte para olvidarnos de las miserias del día a día. España ha perdido las opciones de arrebatarle el oro en la final de baloncesto a EEUU en un último cuarto, después de plantar cara en el segundo y el tercero... Las caras lo decían todo, y eso que la plata es buen resultado. I used to roll the dice, feel the fear in my enemies' eyes...

[Al fondo la trayectoria de un pequeño barco marca la frontera entre mar y el cielo]

No hay comentarios: