27.8.12

Love is like oxygen


["On opening night I have to sleep with the Duke,
and the jealousy will drive you mad", ¿Película?]

And I was hoping
That you had an atlas in your head
So fed up of the same old man
There's broken bedrooms and there are broken hands
You were so fed up of the same old broken man
 
But do you wanna, do you wanna
Do you wanna make love to me?
I know you wanna, I know you wanna
I know you wanna make love to me
 
Oh I came to tell you
That you're my favourite girl
And would you like it if I put you into my world
There's broken hearts in basements
And broken love on the streets
You were so fed up of it all, always involving me
 
But do you wanna, do you wanna
Do you wanna make love to me?
I know you wanna, I know you wanna
I know you wanna make love to me.

[The Kooks, Do you wanna]

24.8.12

Ecce Mono, el eslabón perdido


[No, no es Altamira ni Bélmez. Ocurrió en Borja, amigos, como os lo cuento.
España no se merece una restauración de lo restaurado, que lo dejen como está, por favor]

De verdad, este país es de lo que no hay - y eso que estoy segura de que no estamos sólos en el universo en nuestro bizarrismo (si bien es posible que seamos la vanguardia). Ha bastado con que una pobre señora de 80 años con aspiraciones artísticas y desinteresado deseo de ayudar a conservar una iglesia (que de otro modo se caería a pedazos) para que al salir a luz el resultado nos volvamos locos con Fotoshop. No es la primera vez que nos ocurre, a la mente patria le basta una imagen, un palabra para estirar, manosear, exagerar y parir engendros hiperbólicos sólo por hacer humor. Desde luego yo lloro de la risa cada vez que me acuerdo  o veo una de las variaciones mutantes. No me reía tanto desde que se publicó la foto de las hijas de Zapatero. Es decir, muchísimo tiempo. Y con los tiempos que corren, la carcajada ha sido nacional y explosiva.

Y es que llevamos 2 días enteros cachondeándonos del "Ecce Mono" (otro hallazgo fenomenal) y con las variaciones, repeticiones y permutaciones que las únicas mentes pensantes de este país han lanzado al mundo entero desde facebook y twitter. La cara desvaída de un Cristo ignoto (salido del pincel más ignoto aún de un artista de Borja) ha sido sustitutida por la de Paquirrín, las Pussy Riot, Falete, Homer Simpson o cualquiera que decida customizar un autorretrato. ¿Para qué quieren rescatar el original? Que lo dejen así, que podamos recordar el monigote de vez en cuando, y con él nuestra tríada nefasta: la chapucería, el estrambote y la sensiblería. Supongo que en EEUU habrían detenido a la sra. Cecilia, y sólo habría podido hacer declaraciones tras las rejas con un pijama naranja. Aquí nos conmueve que hable a cámara con su candidez de Steve Urkel ("¿he sido yooo?"), su fingida sorpresa de Sara Montiel ("¿pero qué invento es éste?") y sus explicaciones a medio camino entre Ozores y la socorrista que mezcló clorhídrico con sulfhídrico ("vamos, que la he liao parda").

Sí, señores de la BBC: ustedes han tenido que crear un personaje ficticio que resuma sus miserias y les permita pensar que estas son cosas que pasan en las películas. Nosotros siempre vamos más lejos y lo hacemos realidad. Es imposible que no le venga a uno a la mente los retoquitos que Mr Bean le hace al cuadro de la madre de Whistler.

20.8.12

In my shoes

[Una imagen puede decir muchas cosas equivocadas de nosotros.
Puede decir todo lo contrario de lo que pretendemos]

El viernes tres personas me dieron feedback sin darse cuenta, casi contra su voluntad. Considerando lo mucho que se guarda la gente hoy en día de decir lo que piensa, considero un triunfo arrancar a alguien un comentario honesto, una verdad inesperada, antipática o amable. Y es que sólo es posible llegar a esos íntimos pensamientos si los demás bajan la guardia y se dejan llevar por el entusiasmo, aunque sea un segundo. A mi también me pasa, me he sumergido hasta tal punto en ese estúpido mundo de lo políticamente correcto (una abominación sin la cual, por desgracia es imposible sobrevivir en las empresas) que ya no expreso lo que siento si no es por error. Porque la sinceridad es un error - nadie quiere saber tú opinión, sólo quiere que le devuelvas la suya chorreando almibar, a ser posible.

Así he sabido que mis compañeros sospechan, como yo, que tengo de española el envoltorio. Dos de ellos, hablando sobre mi sentido del humor con un tercero, le advirtieron así: "Uy, ésta es como un inglés. Nunca sabes realmente de qué se está riendo, o si se ríe". Un cuarto, y esto es lo mejor (porque ni siquiera nos conocemos en persona, él trabaja en la oficina de Barcelona) acababa de responder a un mail mío con lo siguiente: "Ya he visto tu correo, qué polite. Suenas como una inglesa educada en un internado francés o suizo". Por último (y esto refuerza eso de mi envoltorio Made in Spain) cuando por la noche llegué a una cita con amigos para tomar unas cervezas, la chica, que llevaba taconazos, me soltó un "Uff, menos mal que traes tacón, estaba temiéndome dejarte muy bajita". Pese a la sorpresa pude responder que siempre llevo tacones, pero aun así no me acompleja nada medir 1,60. Me da realmente igual. Y sin embargo ella estaba dando por hecho que mi físico me resulta un problema - ¿hasta ese punto proyecto inseguridad en lo tocante a mi imagen?

Tres piezas más para el puzzle, estoy un poco más cerca. O más lejos, según se mire.

19.8.12

5. Lanvin en rosa, sin ser Natalie Portman

[Emma y Dexter se reencuentran en una boda en One Day (2011)]

[...]
We look before and after,
And pine for what is not:
Our sincerest laughter
With some pain is fraught;
Our sweetest songs are those that tell of saddest thought.
[...]

[Percy Bysshe Shelley, "To a Skylark"]

12.8.12

Perder - un estilo nacional

 [Faro de Trafalgar desde una de las playas de Caños de Meca, Cádiz]

Cádiz no es sólo playa, o si lo es, es una orilla del tiempo. Desde hace 3000 años vienen desembarcando o naufragando en sus costas civilizaciones que nos han enseñado por la fuerza lo que es perder. Los tiempos de los Fenicios quedan demasiado lejanos como para conocer el alcance de su devastación, pero en el 711 los árabes se plantaron en Tarifa, y la broma de Don Julián nos tuvo entretenidos casi 8 siglos. Aquello que fuéramos como Hispania se perdió, y tratando de recuperarlo los Reyes Católicos nos convirtieron en un país, quizás. Pero el desastre que me ha dejado pensando desde hace unos días, mientras leía Cabo Trafalgar, de Arturo Pérez Reverte, es el que tuvo lugar el 21 de octubre de 1805 a pocas millas del faro de la foto.  Impresiona pensar que estas mismas playas en las que hoy toman el sol los nudistas se cubrieron de pecios y cadáveres los días posteriores a la batalla.

Pero hablaba de perder. Y es que Nelson, aunque no volvió a tierra para descubrirlo (a él le costó la vida), nos arrancó definitivamente el orgullo de ser una potencia naval, de ser un país independiente, y nos quitó de una tirón la venda de los ojos en lo que a nuestros gobernantes se refiere. Ni por primera ni por última vez nos dimos cuenta de que nuestros dirigentes no tienen ni idea sobre cuál es el camino a seguir. No me extraña que Pérez-Reverte persevere en el tema histórico, es un filonazo ahora que ha dado con la esencia de nuestra cruda realidad. Ha empezado con Alatriste y la decadencia de los Austrias, los Borbones durante la invasión napoleónica le ha inspirado ya dos libros y supongo que va a seguir con la pérdida de Cuba. Y es que a todo es aplicable la situación actual. ¿Cómo se explica si no que estos pasajes, escritos en 2004, suenen históricos y proféticos a un tiempo?:

El estado comatoso en que andan España y su Marina tiene que ver con los grandes intereses de otras naciones, pero también con enjuagues de personajillos de tercer orden, miserales intrigas cortesanas, medros particulares y, sobre todo, la absoluta incapacidad del gobierno puesto en manos de Manolito Godoy (otros tiene a Tayllerand o Metternich y los españoles tiene a Godoy).

[Arturo PÉREZ-REVERTE (2006) Cabo Trafalgar. Madrid: Punto de Lectura. Pag. 48]

Por qué salimos a luchar sin esperanza, es la pregunta. Al matadero tocando el tambor y la gaita. Buenos barcos y oficiales competentes sin tripulaciones a las que mandar, frente a enemigos implacables y entrenados como máquinas, motivados y con una ferrea disciplina: estirpe de marinos y piratas, conscientes de que quien controla el mar domina el mundo. Profesionales despiadados y sin complejos. Por eso las dotaciones inglesas son las mejores del mundo. Y luego está la moral de la tropa. A estas alturas, venteando el desastre que se avecina, hasta el último guardamarina de la tropa combinada sabe que, resguardada en Cádiz como en el 97, la flota aliada podría haber obligado a los ingleses al desgaste de un largo bloqueo; pero que salir ahora en busca de batalla abierta sólo puede acabar en desastre. Salir o no salir, dat is de cuestion: como lo del majareta ese de Chéspir (dijo alguien), pero en versión caspa. A la española.

[Ibid. pag. 70]

Ay que ver lo dramática que me pongo, y todo porque esta vez no nos ha funcionado el talismán del deporte para olvidarnos de las miserias del día a día. España ha perdido las opciones de arrebatarle el oro en la final de baloncesto a EEUU en un último cuarto, después de plantar cara en el segundo y el tercero... Las caras lo decían todo, y eso que la plata es buen resultado. I used to roll the dice, feel the fear in my enemies' eyes...

[Al fondo la trayectoria de un pequeño barco marca la frontera entre mar y el cielo]

10.8.12

"Ha hecho un día bochornoso"

[Josep Pla a los 22 años. Such nice, roguish smile...]

Leo en la entrada del 10 de agosto de 1919 de El Cuaderno Gris unas palabras de Alexandre Plana, recogidas por Plá un día de calor agobiante en Barcelona:

Escribir es difícil. Si no estás dispuesto a hacer un esfuerzo, vale más que lo olvides, dedícate a otro oficio.

8.8.12

"Platja del mar dels cels"

["Light Flooded Sea Green", de Emil Nolde. El título es un verso de Jacint Verdaguer.
Todos mis esfuerzos por describir el mar son ridículos, al lado de los suyos.]

8 de agosto - El mar. Estas olas verdes, azules, blancas, que monótonamente vemos pasar, hacen sobre el espíritu como un trabajo de lima, nos despersonalizan, nos podan el relieve de la propia presencia humana. Uno se queda embobado, fascinado, dominado. De aquí viene, quizá, que la única posición del hombre ante el mar haya sido de simple contemplación. El mar innumerable, siempre cambiante, agota nuestra fantasía. Y cuando sentimos este agotamiento vemos el mar idéntico, monótono, igual. A través del primer momento el mar nos domina  y nos produce placer. A través del segundo nos angustia y nos hace sentir un malestar impreciso, vago. Para romper este juego tendríamos que encontrar la palabra justa y compresiva del mar... pero en cuanto creemos tenerla se nos escapa como si fuese una racha de viento o el caracol voluptuoso y fugaz de una ola.

A última hora de la tarde, el viento era de tierra y las olas que se formaban a ras de playa se lanzaban mar adentro iniciando una galopada. En el rompiente, el mar era de un color de sembrado primerizo. El viento se volcaba sobre el agua a rachas que producían curvas graciosamente errantes que se oscurecían y aclaraban de una manera alterna. Era un rápido trémolo líquido, como  un escalofrío. El horizonte era larguísimo y con profundidad. Sobre la raya corría una nube oscura, como una franja. Entre esa barra y el horizonte había una vaga claridad amarillenta, un color de rosa seca pulverizada. En este mar lejano había un galope de olas que se perseguían tumultuosas; las espumas mordisqueaban el horizonte; a menudo, una ola emergía un momento sobre las otras, como el dorso de un cetáceo. A poniente, humeaban ascuas. Impresión de soledad acentuada por el silencio del mar - por el desplazamiento del ruido al horizonte lejano-. Al oscurecer, este silencio del agua  al filo de la playa os sobrecoge como si os encontráseis en un ambiente de misterio.

[Josep PLA 1999 El Cuaderno Gris. Madrid: El Mundo Unidad Editorial. Pg. 128]

6.8.12

Kanagawa oki nami ura

[Playa de El Palmar, Cádiz, por la mañana y sin el odioso Levante]

El don de la ubicuidad se echa a veces de menos. Porque si lo tuviera, en lugar de subir una insulsa foto en la que un mar en calma se funde casi con el cielo, colgaría una foto de mí misma, traje de neopreno corto y negro, esperando la ola perfecta de espaldas y a contraluz. No es fácil ser observador y objeto al mismo tiempo. Pero de vez en cuando hay que elegir dónde se está: al margen con una cámara, o en el centro de la vida real, tiritando.

Este año he usado la semana de vacaciones (he tenido dos, pero la que he pasado en familia no cuenta porque me ha exigido más energía mental de la habitual, así que relax cero) para hacer cosas nuevas, y no para sacar fotos, leer o escribir lo que me gustaría estar haciendo. O al menos lo he intentado, porque no he conseguido hacer el popup (usar la fuerza de la ola para saltar sobre la tabla y surfear de verdad). Los pasos que había aprendido de mi monitor estaban claros en mi cabeza, pero la ansiedad de querer hacerlo todo y bien a la primera, o mi misma viejunez no me han dejado pasar del body surf esta vez. No importa. He encontrado otro deporte al que podría aficionarme y dedicar horas.

Pocos entornos me gustan más que el mar, pocos permiten sumergirse en el paisaje en todos los sentidos. Perderse en todos los tonos de azul, verde, blanco y gris imaginables, luchar contra sus corrientes o abandonarse al blando mecer de las olas, dejar que la brisa salada entre suavemente en los pulmones o que nos abofetee furiosa la tormenta. Tiene un ritmo al que es posible ajustar el movimiento cuando uno navega, nada, o simplemente espera la siguiente ola sentado sobre un pedazo ahusado de poliuretano.

Casi nada puede sustituir esa experiencia, muy pocas imágenes consiguen capturarla. Aunque he encontrado una de Melanie McDonald que se acerca bastante. Se llama Surfers, Fistral Beach, Newquay.

5.8.12

Great expectations

[Parece que el paraíso no es tan difícil de encontrar... Si acertamos el momento]

When she was just a girl
She expected the world
But it flew away from her reach
So she ran away in her sleep
Dreamed of paradise
Every time she closed her eyes

When she was just a girl
She expected the world
But it flew away from her reach
And the bullets catch in her teeth

Life goes on, it gets so heavy
The wheel breaks the butterfly
Every tear, a waterfall
In the night, the stormy night
She closed her eyes
In the night, the stormy night
Away she'd fly.
And dreamed of paradise.

So lying underneath those stormy skies
She said -Oh, I know the sun must set to rise.
This could be paradise.

[Coldplay, Paradise]

Insondables Mystères


[Una de las ilustraciones que el autor ha hecho sobre Nueva York]

Los dibujos de Sempé me han fascinado desde pequeña. Mi padre nos regaló en algún momento uno de los libritos de El Pequeño Nicolás de Alfaguara (y dónde estarán ahora?, mi madre es muy capaz de haberlos tirado o regalado), y ese trazo garrapateado de Sempé, de líneas algo abiertas, en el que los rostros se reducen casi a la mínima expresión, pero dan una expresión característica a cada personaje, es lo que tengo asociado a ser niño en Francia - y tiene gracia, porque Nicolás era niño en los 50, por lo que está más cercano a mis padres que a mí. Aún así nos han hecho reír y llorar. Al menos a mí, que era de lágrima fácil hasta que empecé a trabajar y se me quitaron muchas tonterías.

Lo que no he descubierto hasta ahora, o no recordaba, es que también ha dibujado gatos, y nada menos que pequeños felinos negros que observan la vida desde las ventanas. Uno entra en la habitación y de pronto se encuentra con esas siluetas aterciopeladas recortadas contra el cristal, pero qué pasa por esas cabecitas de orejas picudas, nadie lo sabe. Al oírte entrar se vuelven con rapidez, como si los hubieras pillado in fraganti mientras maquinaban la perdición de la humanidad, o si filosofaran sobre lo estúpido de nuestra condición. Insondables misterios los que guardan los tigres pequeños y grandes para sí. Tratar con ellos es, a veces, sentir que la casualidad nos ha juntado en el planeta con una raza superior que no nos ha esclavizado (más) por pura falta de interés.

[Y lejos de la Gran Manzana, otro minino contempla la lluvia un domingo por la tarde]