21.12.10

Pingüinos rojos y una colorá

[Una nueva sed se había apoderado de él: la sed de mujeres, de lujo, de todo lo que implica la vida en París - Los carteles se pueden descargar gratuitamente desde la página de Penguin]

Llevo dos días encerrada en casa con el ordenador, teletrabajando y a ratos navegando por esos sitios que normalmente no visito (queda feo entrar en Facebook en la oficina, basta que uno esté en la página proscrita para que un par de ojos críticos se posen en la pantalla). Lo de currar desde casa es algo que no tenía intención de volver a hacer, pero no sé cómo he agarrado el peor catarro de años, y aparte de toser como una tuberculosa estoy afónica. Soy más útil escribiendo en casa que emitiendo ultrasonidos allí.

En mis correrías por la red he tenido experiencias de todo tipo. La más impactante ha sido agregar a una ex-compañera de colegio en Facebook. Todo iba bien (comentarios tentativos sobre lo que hacemos cada una: ella ha tenido un niño, yo estoy en Madrid...) hasta que hemos entrado en el resbaladizo terreno del paso del tiempo. En un (tal vez torpe ) empeño por comentar sus fotos sin dañar sensibilidades le he dicho que es gracioso lo fácil que es reconocerla en sus fotos actuales (tono neutro, sin entrar a valorar estragos o mejoras). Ella me ha respondido lo siguiente: "En tus fotos he de decir, q estás mejor q en la infancia, eso es bueno". Un ejemplo más de la exasperante fijación que tiene la gente por la sinceridad, venga a emitir lo que piensan sin elaborar verbalmente ni cosa que se le parezca, como si la comunicación fuera de eso... Entre divertida y cabreada he dudado si responder "gracias", "hijaputa" o ambas. Y he terminado agregando un "no estaba el listón muy alto" de disculpa. Ufff, ¿no debería saber de sobra que los viajes en DeLorean están llenos de fatigas? Se ve que no, paciencia.

Aparte del regustillo agridulce que suele dejarme el maldito caralibro, justo hoy que la ley Sinde está a debate me he dado cuenta de que soy bastante más legal con los creadores de lo que pensaba. Estoy escuchando Cuando el Destino nos alcance (2010) de Lori Meyer en Spotify (en lugar de descargarlo), y hasta estoy planteándome comprarlo en iTunes (suelo comprar canciones de vez en cuando, si el grupo me interesa de verdad). Debería haber ido al concierto hace dos semanas, cuanto más lo oigo más me gusta. Por otro lado he comprado el libro que tenéis debajo a través de la página de Penguin: se trata de Penguin Classics Red, la colección clásica de la editorial con nuevo diseño de portada. La mitad de los beneficios de la compra van a la lucha contra el SIDA en África. He dudado entre Flaubert y Chéjov, y al final he escogido al ruso - tengo la secreta esperanza de ser capaz de leer La Educación Sentimental en francés algún día. En 2011, tal vez.

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