Todo empezo con un cabillo mínimo de hojas verdes. Y ahora tengo al lado del sofá un arbusto que no deja de echar hojas y da entre dos o tres tomates a la semana. Después de los apuros de los primeros meses, una recompensa. El caso es que hasta ahora no me he comido ninguno de los frutos yo misma, no hago otra cosa que regalarlos. Creo que por fin la semana que viene, para Nochebuena, podre comerme un tomatito. Que éste haya sido uno de los hitos del año que acaba, ¿qué dice de mí? Parece que las plantas ganan terreno en mi universo cada día.
[Esta foto es un poco anterior, los tomates grandes aún estaban verdes]
No hay comentarios:
Publicar un comentario