Hace tres semanas visité el observatorio de Greenwich (grinich en el habla local - menos mal que no tuve que preguntar la dirección , bastantes problemas tuve ya con la, en principio inocente, "Seething Lane") y vi algo que siempre me había dado mucha curiosidad: el punto por el que pasa el famoso meridiano.
Me gusta visitar lugares como este porque me recuerdan que vivimos inmersos en una red de asunciones. El meridiano no está ahí marcado desde el principio de los tiempos para indicarnos la hora, ni dieron con él en una excavación. Es otra norma autoimpuesta y aceptada por consenso, como tantas otras. Y es que la ciencia no es infalible ni es verdad, es otra aproximación cultural al medio que nos rodea, sólo que más sofisticada, exigente y regulada.
[No se ve muy bien, pero Madrid sale a la izquierda]