28.9.08

Cambios de estación

["A la sombra neoyorquizante de la torre de Telefónica", diría Umbral.
Las nubes se arremolinaban ayer sobre la plaza Vázquez de Mella]

Parece que ha llegado el otoño, y lo siento casi dentro de los huesos. Madrid se ha convertido en otra de esas capitales europeas que se someten civilizadamente a los cielos encapotados los domingos por la mañana. He salido a dar una vuelta y los bulevares de Castellana estaban desiertos excepto por algunos paseantes solitarios, sus perros y el deportista ocasional. No más tardes de sol, afuera empieza a caer la noche, y una vez más vuelve esa sensación de que me esperan deberes sin hacer en la cartera y mañana pagaré por ello.

Nadie me va a castigar. Pero tengo pendiente vivir una vida en la que casi siempre he sido espectadora. Si pudiera sacudirme la sensación de futilidad que me abruma en tardes como ésta... Me ha venido a la memoria uno de mis fragmentos favoritos de Shakespeare:

She should have died hereafter;
There would have been a time for such a word.

To-morrow, and to-morrow, and to-morrow,

Creeps in this petty pace from day to day

To the last syllable of recorded time,

And all our yesterdays have lighted fools

The way to dusty death. Out, out, brief candle!

Life's but a walking shadow, a poor player

That struts and frets his hour upon the stage

And then is heard no more: it is a tale

Told by an idiot, full of sound and fury,

Signifying nothing.


[Macbeth, acto V, escena 5]

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