23.1.11

Por favor, no molestar

[Panorama afrancesado desde mi ventana del Meliá Olid]

Los hoteles, astrosos o sofisticados, me hacen sentir en una novela, o una canción de Bob Dylan. Uno escapa de lo corriente y vive lo más cercano a una aventura que existe al alcance la mano. Ya no se puede ser un romántico inglés que aparta un arbusto y descubre las ruinas de un palacio romano sepultado por las arenas del tiempo. Las puertas del pasillo de un hotel conducen a historias íntimas que no se publican jamás, a descubrimientos más modestos. Su rastro también desaparece de la memoria, pero las posibilidades siguen abriéndose a ambos lados del corredor.

Ayer estuve dándole vueltas a éstas y otras paradojas mientras trataba de dormir la siesta en Valladolid. Es una ciudad que he visitado tres veces en mi vida y siempre me deja pensando en los caminos que se bifurcan, en las vidas alternativas que no vivimos. ¿Y si Cervantes se hubiera convertido en un ciudadano respetable y hubiera dejado de escribir por hacer dinero en la administración? ¿Y si Delibes hubiera estado demasiado ocupado con el comercio y la caza como para concentrarse en novelar? Y si, y si... Estamos donde estamos y no hay forma de mapear las ramificaciones de cada vida. Ni siquiera de la propia.

Hablaba de Bob Dylan al principio, y es que ha escrito muchas canciones que me tocan la fibra en hoteles, posadas y bungalows. Ya mencioné algunas de Nashville Skyline en julio, y hoy he recordado que fue en el Chelsea Hotel de Nueva York donde compuso "Sad Eyed Lady of the Lowlands" pensando en su mujer de entonces, como recuerdan estas líneas de "Sara":

[...]
Stayin’ up for days in the Chelsea Hotel
Writin’ “Sad-Eyed Lady of the Lowlands” for you
Sara, Sara
Wherever we travel we’re never apart
Sara, oh Sara
Beautiful lady, so dear to my heart
How did I meet you? I don’t know
A messenger sent me in a tropical storm
You were there in the winter, moonlight on the snow
And on Lily Pond Lane when the weather was warm
Sara, oh Sara
Scorpio Sphinx in a calico dress
Sara, Sara
You must forgive me my unworthiness
Now the beach is deserted except for some kelp
And a piece of an old ship that lies on the shore
You always responded when I needed your help
You gimme a map and a key to your door
[...]

[Un poco de Chejov durante la espera en el lobby del hotel]

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