11.2.10

Viaje al Kilombo Belga desde mi sillón

[Max Beckmann (1935) Zwei lesende
Pero qué envidia me dan esas dos cabezas hermanas]

Hoy he pasado todo el día trabajando en casa (esta semana me he portado bien y he aparecido más por la oficina, pero hoy tenía muchísimo lío), y por primera vez he pensado que en mi mesa de la oficina estaría mucho más cómoda. Allí hay más luz, y la silla es bastante más cómoda que este sofá. Está muy bien poder tumbarse en el sillón a escuchar música o leer, pero tener que estar trabajando aquí es hasta contradictorio. Pero bueno, como me empeño en sufrir, me está bien empleado.

Ha sido un día tan asqueroso que vuelve a planear sobre mi cabeza la sombra alargada de la baja voluntaria. Parece asombroso que los distintos departamentos de las empresas sean los más activos colocadores de palos en las ruedas de los otros. Menos mal que en el mundo globalizado se hace todo por correo electrónico, porque si fuera en persona habría otra guerra mundial. A veces me entran ganas de coger un bate de baseball y liarme a romper monitores y teclados, dejarme llevar como esa caricatura que hacen Cruz y Raya de De Niro en El Cabo de Miedo.

Es oficial: no me entiendo con los belgas. "Salll ratitaaa, quiero verte la colitaaaa... Yo no soy ningún tarado..."

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