27.11.11

Vagabundos del Atlántico norte

[Shadow vagaba por Islandia inmerso en estas reflexiones, yo por la isla de Ons tomando fotos]


He sat down on a grassy bank and looked at the city that surrounded him, and thought, one day he would have to go home. And one day he would have to make a home to go back to. He wondered whether home was a thing that happened to a place after a while, or if it was something that you found in the end, if you simply walked and waited and willed it long enough.

He pulled out his book.

[Neil GAIMAN 2005 American Gods. London: Headline Book Publishing. Page 633]

Anoche terminé el libro, y el concepto todavía me tiene enganchada, incluso asombrada (me ha sorprendido tanto que algo me sorprenda...). Los viejos dioses viajan a América arrastrados por emigrantes devotos, y malviven en los resquicios de la adoración. Y mientras se fragua el escenario de una nueva saga, visitamos la América profunda a través de carreteras secundarias. No sé si America es mal lugar para los dioses, pero está claro que es el escenario ideal para que lo gótico se desarrolle en la sombra. Ni una ciudad pacífica y aburrida como Lakeside está a salvo de lo que se esconde en sus sótanos. Y el que ha sido tocado por lo trascendente o lo numinoso ya no está tranquilo nunca más, ni puede creer en el hogar.

Sólo le pondría un pero: si hay dioses que hayan dejado huella en el nuevo continente, no se me ocurre por qué los nórdicos tendrían que ser los más potentes. Tlaloc y Quetzalcoatl tendrían bastantes más opciones de sobrevivir, y emigrantes mexicanos no faltan en EEUU. Aparte de eso, me parece genial la idea de introducir a Mr. Ibis, Jacquel, Horus y Bast. La visita a Cairo (tendría que releer Huckleberry Finn, me parece recordar que era una de sus paradas) es uno de mis episodios favoritos, uno imagina una casa anclada en los tiempos de los egiptólogos ingleses. Dos viejos embalsamadores vestidos como Lord Carnavon y la pequeña tigresa inician a Shadow en los misterios - Gaiman tiene que tener una para haber descrito de manera tan exacta sus movimientos (pag.220):


The door creaked open and the cat slipped between the doorpost and the door and padded across the room, then up on the windowsill. 'Hey,' he said to the cat. 'I did shut that door. I know I shut that door.' She looked at him, interested. Her eyes were dark yellow, the color of amber. Then she jumped down from the sill, onto the bed, where she wrapped herself into a curl of fur and went back to sleep, a circle of cat upon the old counterpane.

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