26.1.13

"Vertel me wie ik ben"


[En una habitación del Hotel de la Paix, en un barrio cualquiera de Paris]

The Bourne Identity no es la primera película que viene  la mente cuando se trata de buscar una en la que la química de la pareja protagonista sea especial. No la había visto entera hasta anoche, pero ya la tenía en mente por una escena que hace años vi haciendo zapping casual y me impactó. Matt Damon está enjuagando el pelo de Franka Potente después de habérselo teñido de oscuro. Un pobre chorro de agua sale del grifo pasado de moda mientras él va quitándole los restos de espuma de la melena mojada en la bañera, que también es antigua y obliga a Marie a estar arrodillada en el suelo. Cuando termina de lavarle la cabeza, Jason le seca un poco el pelo y empieza a cortárselo de la manera más torpe, sin peinarlo siquiera; simplemente se hace con un mechón grueso y mete la tijera, que se atraganta con tal cantidad y va cortando con dificultad. Parece que va a hacerle un desastre en la cabeza, pero poco a poco va dándole forma; el color oscuro hace más duras la facciones de Marie, pero también da profundidad a sus ojos castaños, en los que se puede leer lo que está pensando, sintiendo. No se pronuncia ni una palabra, sólo se escucha el murmullo del agua, del tintinear de la tijera, el de las hebras de cabello desgarrándose en cada trasquilón. No son más que un par de minutos, pero hacen que el espectador, petrificado en el sofá, pierda el aliento y apriete los nudillos ante lo que se desarrolla y lo que anticipa.

Es una película de acción, me dicen. Pero los momentos cumbre transcurren a un ritmo similar: el tiempo se hace denso, se alarga telescópicamente de manera que los sentidos se expanden y podría escuchar el ruido de un alfiler al caer en la habitación. Ocurre así cuando Jason aparca el Mini Rojo de Marie frente a la Gare du Nord. Acaban de escapar de su piso, y él le pide que espere en el coche mientras deja el dinero y los pasaportes en un lugar seguro; las taquillas de la estación garantizan el anonimato. Se aleja caminando con la bolsa roja al hombro, y a través de la luna salpicada de gotas de lluvia vemos como se va perdiendo en la multitud conforme se acerca a la entrada. La Gare du Nord tiene la fachada decimonónica clásica con vidrieras en forma de U invertida (como Atocha), pero es bastante más grande, un hangar gigantesco con varias naves, estatuas y columnas de piedra que mira a Marie (que apenas se atreve a moverse de su asiento) desde ese ojo sin párpados ni piedad que es el reloj. Marie ha seguido a Jason con al mirada, pero las llaves, que aún se balancean dentro del contacto, llaman su atención. Jason. Llaves. Jason. Abre el bolso y contempla el fajo de dólares que él le ha dado.

Jason está dentro, en medio del bullicio de pasajeros y anuncios. Trata de localizar la consigna pero no llega a verla, las letras en constante rotación del panel de Salidas se cruzan en su camino: Lille, Londres, Bruselas, Ámsterdam... cualquiera puede ser un destino de huida en este momento, durante unos segundos parece absorto en la elección. Pero la siguiente escena es la de la bolsa roja precipitándose al fondo de la taquilla; ha decidido quedarse y avanza decidido hacia el coche. Por eso parece tan perdido cuando se acerca para descubrir que está vacío, Marie no está tampoco en los alrededores. Tiene que decidir por segunda vez si escapa, si espera... No le da tiempo; ella ya está caminando hacia el Mini con una botellita de licor en la mano. No esperaba volver a verlo. Pero allí están los dos desconocidos, mirando de nuevo al contacto, constante punto de inflexión de esta historia. Ser extraños es el más potente de los vínculos que pueden producirse entre dos personas, al menos durante los momentos de deslumbramiento que suceden el encuentro. Con el tiempo y la costumbre se pierde la fuerza, los motivos se desdibujan. Pero ese fogonazo, esa revelación que se tiene al descubrir en el otro algo de ti que te une a él... Merece la pena vivir y equivocarse por ese momento.

[La primera estación parisina que pisé en mi vida, empeñada como estaba en fotografiar el fotomatón de Amelie. La foto es de este sitio.]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo en wue no sea una pelicula de accion. Para mi lo es, por el ritmo, por los problemas a los que se va enfrentando. Quizas no es el guión clásico de accion buenos vs malos, sino que en mi opinión la acción es mucho más introsprectiva, es personal. Es el descubrimiento de su propia identidad delante de la perspectiva de un pasado momentaneamente en blanco.

Por otra parte estoy de acuerdo, y no habia pensado nunca en ello, que delinea muy bien los momentos. La tension en la sala de imterrogatorios, el que mencionas y sinceramente no recordaba y quizas los dialogos con la agencia al final de la peli.
Porultimo te doy la razon sobre ciertos momentos de tensión, de expectativas, de curiosifad, de esperanzas y enigmas irresolubles, que generan una intensidad vital dificil de equiparar. Aunque a veces se hagan pedazos tan rapido como se crean, yo creo por la puñetera mania de hablar que tiene la gente :p

Black Paw Down dijo...

Es una peli de acción (justo después de la escena de estación tiene lugar la persecución en dirección contraria) pero por eso es más chocante que el tiempo que Bourne dedica a sus cosas transcurra tan despacio y, sobre todo, tan silenciosamente. Habla muy poco, por eso casi nunca se equivoca - completamente de acuerdo con tu última frase ;) A veces parece que el lenguaje se inventó para vender humo o dar excusas. Es el recurso de los monos mercaderes frente a los monos heróicos.