8.4.14

This ain't Athens.

[Los espartanos modernos ven más allá de la ilusión de unos y ceros]
Este fin de semana no se qué me ha pasado, pero estoy en plena efervescencia filosófica. Como sí fuera una nueva Arquímedes, compruebo para mi sorpresa que todo cuerpo sumergido en Excel experimenta un empuje vertical y hacia arriba equivalente al peso que se quita de encima cuando por fin envía el archivo, un subidón tal que hasta me ha permitido hacer un segundo descubrimiento genial (este mientras volvía como hija prodiga a las pistas de entrenamiento ayer por la tarde).

¿Por qué suelo fallar al interpretar el mundo? Porque me empeñó en creer que vivimos en una democracia en la que lo que prima es la razón, la lógica. No. Esto no es Atenas, esto es Esparta. Y no queda más remedio que luchar a brazo partido para conseguir algo. Antes de la revelación olímpica había estado viendo un documental sobre cómo las partes más antiguas de nuestro cerebro nos permiten funcionar en automático, mientras la corteza se encarga del logos. El logos ayuda, si, pero a veces estamos más seguros si nos centramos en lo que nos grita la amígdala. Pienso demasiado.

No me dejare engañar por los unos y ceros más, hemos diseñado nuestra forma de vida porque todo es mucho más agradable sí pasamos por ella como por una hermosa visión. Pero en el fondo no hay justicia, ni lógica, ni valores (esos bonitos acuerdos que nos funcionan si no los miramos muy de cerca). Sólo hay una carrera frenética, una lucha constante contra todo y contra todos.

Pues au. Au.

Au.

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