15.7.10

En el ombligo del mundo

[31/01/74, Bob Dylan (33) en el Madison Square Garden.

En Febrero de 1969 Dylan se encontraba inmerso en la grabación de un disco inexplicablemente corto para el estándar actual. Nashville Skyline se escucha en apenas 27 minutos, y parece haberse gestado casi de manera accidental: algunas canciones se escribieron justo antes de ser grabadas. Pero la brevedad no impide que el disco incluya tres de mis canciones favoritas: "I Threw it all Away" "Lay Lady Lay" y la que resuena en mi cabeza constantemente estos días "Tonight I'll be staying here with you". La voz de Dylan no parece suya en ese disco y el efecto es de lo más extraño, casi se diría que ha asumido una persona distinta.

Cuenta la leyenda que Dylan enhebraba periodos de composición con los de grabación, y "Tonight..." se escribió en las cuartillas del Ramada Inn en Nashville entre el 14 y el 16 de febrero. Me gusta pensar que fue en esa fecha precisa por perversas razones personales, pensar que hay una historia secreta detrás de la canción. ¿Y si de verdad perdió el tren por quedarse una noche perdida, aparte, surgida de la nada en brazos de una mujer desconocida que supo sacarle algunas respuestas gracias aun anillo mágico que "sparkles before she speaks"? Dylan no sería Dylan, sería Zimmerman, y la mujer desconocida en realidad tampoco sería una extraña, aunque su nombre no haya quedado para la historia.

En una noche así Dylan y la bruja del anillo recorrerían las calles de una ciudad pequeña y antigua, el eco de sus pasos sobre el empedrado, amortiguado por las conversaciones sobre un pasado común que hasta entonces cada uno se habría contado a su manera. Las torres medievales, italianizantes vistas a la luz dorada de las terrazas, son torres de una ciudad imaginaria de Italo Calvino, como imaginaria es la estación a la que alude la canción. El tren que Dylan pierde podría salir de San Bento en Oporto, de la Gare du Nord o de Memphis. O ser una metáfora de las oportunidades que dejamos escapar para asentarnos o para huir, como lamenta el prisionero de Cash en Folson Prison Blues.

Más tarde, encerrados entre las cuatro paredes de un hotel no muy diferente del Ramada, Zimmerman y la mujer desconocida pero no extraña se acercarían por primera vez (tal vez no lo he mencionado, pero hasta ese momento sólo se han desnudado mentalmente, envenenando mutuamente sus sueños desde cualquier parte del mundo). Y los ojos de color indefinible de Robert Allen, y su ombligo perfecto son abismos en los que la mujer acaba precipitándose antes de atreverse a preguntar cuáles de las respuestas a sus miles de preguntas son mentira, cuáles verdad. Por la mañana ella se despierta cuando la puerta se cierra. Desde la ventana llega a distinguir la silueta de Dylan (Zimmerman sólo se manifiesta en la habitación), que se aleja siguiendo las vías mientras silba, camino de la siguiente estación.

[En aquellos días Dylan y Johnny Cash grabaron a dúo Ring of Fire, entre otras]

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