[La portada me engañó, es demasiado buena para el contenido]
Lo cogí de un montón en La Casa del Libro siguiendo uno impulso, y no debí hacerlo. Llevo un mes con él, y es que es uno de esos libros que consiguen equilibrar aburrimiento e interés en el lector disciplinado, de manera que no quieres seguir pero no lo quieres dejar... y sólo el lastre de ser un lector semiprofesional te permite terminarlo. La ventaja de estos libros es que ayudan a dormir bastante mejor que los buenos, son el narcótico perfecto. Me da igual lo que digan las reseñas, la literatura sueca a mí no me engancha, no la que he leído. Ni me hace reir, digan lo que digan las reseñas. Yo no soy sueca. Esto es algo que ya sé hace tiempo. Tengo de sueca lo justo para apreciar las ventajas decorativas de Ikea. De lo demás, poco. Y en literatura nada.
NO es un mal libro, entiéndaseme. Es entretenido siempre que Karl habla de su vida pasada, las alusiones históricas tienen su gracia. Pero ¿hasta que punto no está jugando el autor la carta más vieja de todas, los guiños velados a la audiencia cejaalta? Me imagino a los críticos en su sillón de orejas, esos señores aún más gafotas que yo, sosteniendo el libro en la mano derecha y mordiendo para ahogar la risa un pañuelo que sujetan con la izquierda cada vez que reconocen una referencia cruzada. Es difícil sustraerse a esas trampas de los escritores, por experiencia propia. Se siente uno tan listo cuando tiene la sensación de estar en la pomada... No recomendaría comprarlo excepto por la parte del gato Molotov y un apéndice de mi edición en el que el autor dice un par de cosas interesantes cuando le preguntan por su objetivo al escribir la novela:
Maybe I'll go on n tours to schools or colleges to make teenagers understand that life is an adventure, very much worth living (and that they ain't seen nothing yet!)"
[...] I think a lot of people really should consider the possibility of climbing out of their window. My perspective is that we live only once, I cannot be sure but that is what I believe. I think that if you've once asked yourself: 'Should I...' then the answer should be: 'Yes!' Otherwise, how would you ever get to know that you shouldn't?
[Jonas JONASSON 2012 The Hundred-Year-Old Man who Climbed out of the Window and Disappeared. London: Hesperus Press Limited. Pg. 394]
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