27.3.13

Sobre Drive: impresiones poco hiladas

[Gosling y su cazadora del escorpión: "Your friend Nino didn't make it across the river"]

Llevo diez días luchando contra esta entrada, estoy abducida por el trabajo por culpa de un proyecto cuyo nombre es la antítesis de lo que nos obliga a hacer, y no he sido capaz de concentrarme en una película que todavía me tiene pensando. Drive, ¿es un mal thriller o es algo completamente diferente? Empieza muy bien, directamente con Driver en su trabajo nocturno. La ciudad es Los Ángeles, siempre prometedora como escenario: persecuciones nocturnas en coche, luces de carretera que se convierten en relámpagos de neón y discos rojos, verdes, ambarinos. El perfil tenebrista de Gosling contra la ventana del conductor es un plus, su personal, perfecta nariz en el punto de fuga. De pronto, al final de esas escenas introductorias, títulos de crédito sobre vista aérea de LA, letras rosas garabateadas sobre una ciudad ochentera con música más ochentera todavía. Achtung Achtung: durante dos minutos me temí lo peor, y escenas de películas espantosas tipo Cobra, Robocop, o El Trueno Azul colapsaron mi mente. La banda sonora se hace cuesta arriba al principio, pero poco a poco las piezas encajan, y llega un punto en que los sintetizadores (sinónimo de hombreras y horror para mí durante años) hasta suenan bien.

También las asociaciones van transformándose. La estética, el ritmo y ese desesperante mutismo de Driver van trayendo a la mente Mulholland Drive (salvando las distancias, entiéndaseme), Heat, LA Confidential, Chinatown, Bullit. Incluso Blade Runner, hablando de edificios iluminados y sintetizadores. No he estado jamás en California, pero tengo en la cabeza los atardeceres de miles de películas, una forma angelina de presentarse al mundo en la que los colores parecen filtrados por una luz dorada, en la que los rascacielos de acero y cristal se agrupan casi como acorralados por la cuadrícula de casas pachucas. Pero no sé lo que digo, porque sólo puedo imaginar esta ciudad que me intriga y me tienta, salvaje, impredecible, superficial y violenta. Nicolas Winding Refn la ha capturado de una manera que me gusta, esa es la única certeza. Los colores están escogidos con mucho cuidado, el vestuario cumple su función (dice de los personajes lo que no se puede explicar) y las localizaciones aluden veladamente a películas que no se mencionan (L.A River aparece también en Grease, y el Planetario en Rebelde sin Causa, dos películas de amores adolescentes un tanto asimétricos en las carrera de coches son parte central). ¿Es Driver el que ha visto muchas películas o soy yo?

No voy a explicar toda la trama, ni voy a desvelar nada, pero creo que el problema es que se queda en película interesante: tiene aspiraciones, abunda en referencias, pero no consigue hacer algo que de verdad sea genial. De este cuento de hadas me quedo con el personaje de Gosling, que no se llega a explicar del todo, que entra y sale de nuestras vidas como entra y sale de sus trabajos  nocturnos. No sabemos nada de él, sólo que apenas habla, apenas toca, apenas se involucra. Como si no quisiera iniciar nada para no perder nada o para no perderse él mismo, porque debajo de su aparente calma sabe que se esconde un tipo con un martillo que no deja prisioneros. Driver, cualquiera que sea su nombre, es una máscara bajo otra: el mismo hombre que besa a Irene en el ascensor es, un nivel por debajo, el que acaba a patadas con el matón. En el cine (quizás también en la vida real) los amores perfectos lo son por su intensa brevedad, por la concisión de los discursos, por la imposibilidad de la unión. Son las tres ilusiones que engañan a nuestros sentidos y nos hacen pensar que estamos ante algo especial, casi mágico. Lo inasequible es perfecto porque es indiscutible. Si uno sobrevive a la experiencia, nada mejor que conducir en dirección contraria tu Chevy Malibu del 73.  "Forget it Jake, it's Chinatown."

[Driver es un icono, hasta puedes encontrarlo como recortable en el sitio del ilustrador Kyle Hinton]]

No hay comentarios: