[Sabrina Fairchild riéndose un poco de la seriedad de un consejo de administración a la antigua, con su sombrerito de gato]
En estos momentos de fusión empresarial en los que me circundan correos corporativos que parecen escrito por un ejército de monos pomposos y queda más claro que nunca que ESADE no es más que el acrónimo de Escuela Superior de Arte Dramático y Empresarial (hasta para hacernos el paripé tienen que estudiar los memos del nivel ejecutivo, hay que barrer la porquería de una restructuración durísima bajo el bello y complejo tejido de esa alfombra conceptual llamada "aprovechamiento de sinergias") me hizo mucha gracia escuchar este diálogo en una película de Billy Wilder que sólo tiene 60 años. Nunca había visto Sabrina hasta ayer, y me pareció tan compleja que necesitaría varios post para analizarla en detalle.
En esta conversación entre los dos hermanos y herederos de industrias Larrabee, Linus (Bogart en la película) trata de convencer a David, su hermano menor y bala perdida de la familia ( interpretado por William Holden) de los beneficios que traerían a la empresa y por extensión a toda la sociedad sus boda con la heredera de un imperio comercial afín. Lo más llamativo es que Linus parece creer firmemente en que el fin de toda se actividad es el poder de cambiar las cosas a mejor. Es decir, que el fin no es ganar más dinero, ni generar más bonus, ni que suban la acciones, ni tener contento al consejo de administración, ni comprarse un Aston Martin, ni veranear en Positano. Wilder debía estar ironizando al presentar a Linus como el último representante del capitalismo puritano, seguramente ya entonces estaba en decadencia esa figura, pero es que el contrate con lo que tenemos ahora es tan vivo que el diálogo casi hace sonreir.
David: Mr. Tyson owns the sugar cane, you own the formula for the plastics and I'm offered as a sacrifice on the altar of industrial progress!
Linus: You make it sound as if the son of the hot-dog dynasty had to marry the daughter of the mustard king. Surely you don't object to Elizabeth
because her father has $ million? That's very narrow-minded of you.
David: Just one thing. I haven't proposed and she hasn't accepted.
Linus: Oh, don't worry. I proposed and Mr. Tyson accepted.
David: Did you kiss him?
Linus: Elizabeth is a lovely girl. Sooner or later you'll propose. I'm helping you make up your mind.
David: Then you marry her.
Linus: Me?
David: What's so funny?
Linus: If I got married, I'd have to take a Dictaphone, two secretaries and four corporation counsellors along on the honeymoon. I'd be unfaithful to my wife every night with vice presidents, boards of directors, slide-rule accountants... This... this is my home. No wife would ever understand it.
David: Nor me. You've got all the money in the world.
Linus: Making money isn't the main point of business. Money is a by-product.
David: What's the main objective? Power?
Linus: Ah! That's become a dirty word.
David: What's the urge? You're going into plastics. What will that prove?
Linus: Prove? Nothing much. A new product has been found, something of use to the world. A new industry moves into an undeveloped area. Factories go up, machines go in and you're in business. It's coincidental that people who've never seen a dime now have a dollar and barefooted kids wear shoes and have their faces washed. What's wrong with an urge that gives people libraries, hospitals, baseball diamonds and movies on a Saturday night? […]
David: You make me feel like a heel. If I don't marry her, some kid will run around Puerto Rico barefoot!
Linus: Look at this stuff. Planes and suits will be made of it and you'll probably be able to eat it.vWe're organising Larrabee Plastics. Larrabee Construction has the plans. Larrabee Shipping bought nine more freighters to handle the traffic.
David: The wheels are in motion already?
Linus: That's what I mean.
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