19.2.12

...Ma semblable, ma soeur


[Estoy impresionada, no todos los días se puede ver a un poeta declamar. Pero es que Mark Grist es medio poeta medio rapero, si es que pueden separarse ambos términos]

“So, what do you go for in a girl?”
He crows, lifting a lager to his lips
Gestures where his mate sits
Downs his glass
“He prefers tits,
I prefer arse.
What do you go for in a girl?”

I don’t feel comfortable
The air left the room a long time ago
All eyes are on me
Well, if you must know
I like a girl who reads
Yeah. Reads.

I’m not trying to call you a chauvinist
Cos I know you’re not alone in this
but… I want a girl who reads
Who needs the written word
And uses the added vocabulary
She gleans from novels and poetry
To hold lively conversation
In a range of social situations

I want a girl who reads
Who’s heart bleeds at the words of Graham Greene
Or even Heat magazine
Who’ll tie back her hair while reading Jane Eyre
and goes cover to cover
with each Waterstones three for two offer
but I want a girl who doesn’t stop there

I want a girl who reads
Who feeds her addiction for fiction
With unusual poems and plays
That she hunts out in crooked bookshops
for days and days and days
She’ll sit addicted at breakfast,
Soaking up the back of the Cornflakes box
And the information she gets from what she reads
makes her a total fox
Cos she’s interesting & unique
And her theories make me go weak at the knees

I want a girl who reads

A girl who’s eyes will analyze
The menu over dinner
Who’ll use what she learns to kick my ass in arguments
so she always ends the winner
But she’ll still be sweet and she’d still be flirty
Cos she loves the classics and the classics are pretty dirty
So late at night she’d always have me in a stupor
As she paraphrases the raunchier moments
from the works of Jilly Cooper

See, some guys prefer arses
Some prefer tits
And I’m not saying that I don’t like those bits
But what’s more important
What supersedes for me
Is a girl a with passion, wit and dreams
So I want a girl who reads.

[Mark Grist, I Want a Girl who Reads]


[Marilyn en su biblioteca, que terminó subastada, como todas sus otras cosas]

18.2.12

Aterrizar de cabeza

[Me ha dado por encontrar correspondencias entre películas y canciones. Esta imagen es de In The Mood for Love (2000). ¿Trataban los de Tres Cantos hacer la canción de desamor perfecta?]

Nos dejaron las balas
y un enjambre de abejas
ése fue su tesoro y una noche oxidada.
Nos alzaron en brazos
descubrimos planetas
nos creímos tan fuertes como héroes de guerra.
Y en mitad del relámpago llegó el mal de altura
fuimos sed en el aire pero boca en la tierra.
Ahora alumbras las horas
con guiños que se escapan
cubriendo el recuerdo con bandejas de plata.
Y nos echamos tanto de menos
que nos da por despegar
en avenidas de pegamento, clavados por las rodillas.
Y en mitad del relámpago llegó el mal de altura
fuimos sed en el aire pero boca en la tierra.
La antena está abierta esperando una señal
la señal que no llega a esta sala de espera es una eternidad.
Y el tesoro perfecto lo cubrió la tormenta
con aviones cruzándose en la noche más negra.
Y en mitad del relámpago llegó el mal de altura
fuimos sed en el aire pero boca en la tierra.


[Vetusta Morla, Boca en la Tierra]

13.2.12

Anti-Valentine

[Papel complicado (ojo con las escenas de histeria), pero qué guapa sale Keira Knightly]

Hoy la avalancha de poemas en la prensa anglosajona era tal que no he podido evitar enfrascarme una hora en la lectura de los que tenían títulos más apetecibles. The Guardian proponía unos cuantos, y aparte de descubrir que los poetas ingleses contemporáneos están completamente abducidos por la poesía del XVI (prefieren a Marlowe, Wyatt...), he leído por primera vez Valentine, de John Fuller, que me ha hecho reír - por lo que deduzco que si lo dedicó a alguna mujer real el tipo sumó un bonus de puntos traducible ipso facto en afecto y atenciones. Pero aparte de esa afectuosa broma rimada al estilo seductor de Andrew Marvel a su Coy Mistress, Fuller me ha sorprendido con Synopsis for a German Novella, que contiene los versos más opuestos al almíbar del día que se avecina. Unas líneas que recuerdan inmediatamente a Sabina Spielrein y Jung en "A Dangerous Therapy", de Cronember (la vi hace un par de meses y sigue pareciéndome una película tan turbadora como inteligente).

A furious but undirected energy governs her soul,
Listless as she seems on the surface. It is
A libido on auto-destruct. Opportunities
Occur, but the Doctor, in complacent rectitude,
Bows himself off the stage of further meetings.

The Catherine Banning Affair

[Certain Uncertainties (1997) de Christian Vincent corona la escalera de Thomas Crown]

Within this restless, hurried, modern world
We took our hearts' full pleasure - You and I,
And now the white sails of our ship are furled,
And spent the lading of our argosy.

Wherefore my cheeks before their time are wan,
For very weeping is my gladness fled,
Sorrow has paled my young mouth's vermilion,
And Ruin draws the curtains of my bed.

But all this crowded life has been to thee
No more than lyre, or lute, or subtle spell
Of viols, or the music of the sea
That sleeps, a mimic echo, in the shell.

[Oscar Wilde, My Voice]

9.2.12

Soledad de nadadora


[Nadando hoy me he acordado de esta escena. Y sin estar conectado, del poema.]

Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni
esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.

[Julio Cortázar, After Such Pleasures]

7.2.12

Perder la cabeza

[Y esto es lo que quiero que mi hermana me traiga de USA por mi cumpleaños]

En aquel tiempo lejano en el que empecé a leer libros en inglés, ¿cómo me las arreglaba para llevar libro y diccionario en el autobús al mismo tiempo? Oliver Twist fue el primero. Dickens traducido me había parecido hasta entonces un suplicio, una mezcla de cursilería, embrollos y conversaciones absurdas e interminables. Tannn decimonónico... Sin embargo la Escuela de Idiomas me descubrió el escritor de las descripciones psicológicas de Londres (niebla, lluvia, oscuridad, tañir de las campanas, inmersión en el bullicio urbano como panorama geográfico y mental de los personajes), el artista de los comienzos y finales de capítulo (la maestría de publicar en installments, supongo), el latente drama del niño arrancado del hogar y puesto a trabajar en plena revolución industrial, no superado por el escritor adulto de personalidad escindida, a pesar de novelarla una y otra vez. Se cumplen 200 años de su nacimiento, y es tiempo de pensar por qué lo he leído tanto, y no me siento con fuerzas de leerlo más.

Leyendo a Dickens descubrí que los libros antiguos no estaban anticuados, por más que pudiera estarlo el lenguaje del traductor. Descubrí que se puede leer en otro idioma y sentir la voz del escritor como propia. Pero también que uno se hace mayor con respecto al escritor, que no puede modificar una coma desde la tumba y se aleja de nosotros conforme vamos conociendo el mundo. Ya no me sirve una concepción dual del mundo tan clara, los malos malísimos, descritos al detalle en su peculiaridad shakespeariana (Charles destila drama a la Stratford en cada villano, en citas directas o encubiertas), y las buenas buenísimas, esos seres de luz femeninos del tipo Miss Manette. Ya no me hacen tanta gracia sus secundarios freak, adorables e insoportables a partes iguales en su rareza. Pero es que en general me empieza a faltar paciencia con el paso del tiempo.

Este centenario me pilla con el pie cambiado. No sé si podré volver a leer una de sus novelas (aún tengo Bleak House sin empezar en la estantería), pero como Sydney Carton sigue siendo mi personaje favorito, voy a pedirle a mi hermana que me consiga esta camiseta de una vez (llevo dos años detrás de ella). Es muy adecuada para los tiempos que corren, de guillotina virtual.

It was the best of times, it was the worst of times, it was the age of wisdom, it was the age of foolishness, it was the epoch of belief, it was the epoch of incredulity, it was the season of Light, it was the season of Darkness, it was the spring of hope, it was the winter of despair, we had everything before us, we had nothing before us, we were all going direct to Heaven, we were all going direct the other way--in short, the period was so far like the present period, that some of its noisiest authorities insisted on its being received, for good or for evil, in the superlative degree of comparison only.

[Charles DICKENS, A Tale of Two Cities. Primerísimas líneas de un novelón.]

5.2.12

Lori Meyers en Joy Eslava

[Todas las cabezas estaban por encima de la mía, difícil sacar fotos decentes]

¿Canto del cisne de mi juventud? ¿Smarrita via de mi vida recobrada con la madurez? ¿casualidad? Los planes se suceden los fines de semana, entre semana, durante el día, como si tuviera 10 años menos y aún creyera que es posible la salvación. Pero nadie se salva, y las hojas escapan del calendario como escapan las gotas del grifo de la cocina. Los 35 están ahí, a la vuelta de una semana. Y por las mañanas mi cara de horror se parece más a un cuadro desesperado de Munch que a la habitual imagen somnolienta de las 7.

En fin, en esta carrera desesperada en la oscuridad (me vuelvo para ver a qué distancia quedan mis perseguidores y no parece estar más despejado que en el tunel negro que me lleva a una meta desconocida), en esta carrera, digo, la música ha recuperado gran parte del terreno que ocupaba en mis años tiernos. Hace por lo menos 17 años que en esta misma ciudad, recien llegada a la universidad, y con una inocencia brutal, casi ridícula, fui con mis amigas de toda la vida a un concierto llamado Viaje a los Sueños Polares en Aqualung (¿existirá esa sala todavía?). De aquellos grupos (Nosoträsh, Chucho, el Sr. Chinarro...) pocos o ninguno quedan. Pero tanto como han cambiado ellos hemos cambiado nosotras también. En 17 años las corrientes en contra que cada una hemos tenido que batallar nos han modelado de manera diferente, pero aún así hemos conseguido repetir quedada, y el viernes (casi) todos - porque ahora somos un grupo que incluye hasta bebés - nos reunimos en Joy Eslava para ver la tercera parte del tetraconcierto que los granaínos Lori Meyers han dado en la capital para cerrar la gira.

Esta generación de grupos canta en español y han encontrado su voz y la nuestra, a pesar de que entonces nos costaba concebir que alguien quisiera hacer música y no aspirara a conquistar el mercado anglosajón. Esta generación ha dado el mismo salto cualitativo de la selección española, y no sólo se les ha olvidado que siempre había una Italia esperando con media sonrisa satisfecha a la altura de cuartos, además han conseguido desechar la idea de que la escena indie nacional necesita apuntalarse de las discográficas, los 40 principales y las fiestas de los ayuntamientos. Grupos como Lori Meyers o Vetusta Morla, y con ellos los reciclados de antaño como Cooper o M-Clan me dan una impresión de consistencia acumulada no comparable a la movida, pero igual de relevante. Es lo mismo que cantan los hinchas del Mirandés, o del Estudiantes: "estoy hasta los huevos del Barça y del Madrid". Hay otras vidas.

Lori Meyers en concreto es un grupo que me hace sentir bien, combinan una fina ironía con alegría de vivir, son esperanzados desesperados y denuncian las invisibles dictaduras modernas (la banca, la publicidad, los estereotipos) con el buen humor del casi resignado que aún tiene fuerzas para dar batalla. Y tocan bien en directo, mejor aún que enlatados. No éramos muchos en esa bombonera trasnochada que es la Joy, aunque estuviera llena, pero cantar todos juntos todas las canciones me creó la falsa impresión de que la armonía es posible. Éste es el místico secreto de los templos y los cultos, no otro. Lori Meyers no es sólo un grupo de Loja con cuatro discos fantásticos en el mercado, es también mi forma de ser en estos días de confusión, crisis laboral, crisis existencial. Hasta han firmado un frase que podría escoger como lema personal: Es un placer contaminante escuchar a los demás, no dejar de intoxicarme.

4.2.12

Frozen

[Menos de cinco grados a las 3 de la tarde, nunca había visto heladas estas fuentes]

En este año extraño de sequía ahora nos azota el frente siberiano y fríos insólitos barren nuestras calles - y ojito con decir frente polar, que los meteorólogos amateur que devoran el parte como si fuera palabra divina te corregirán con dureza. Comienza el carrusel de comentarios que más me fastidia: "esto no se había visto nunca", "no recuerdo yo un frío así" "Hay que ver con el cambio climático" etc etc etc... Bufff, boooooring... Sin negar que la influencia de la actividad humana tiene influencia en el clima, ¿es todo achacable al cambio climático? No será que para calcular esos cambios hace falta tener más datos que los de 30 años? Como cualquier fluido sometido a turbulencias, los anticiclones y borrascas están sometidos a caprichos puntuales, y hace dos años nos llovió exageradamene en primavera, pero este invierno no ha caído una gota... El clima hay que aceptarlo como llega, porque es lo único que no se puede cambiar.

Not that in believe in progress, que diría Gordon Comstock.

Heladas las calles, heladas las fuentes y congeladas las personas, al menos yo. El frío no me afecta en absoluto, sigo haciendo la misma vida de siempre. Pero la sensación de vacío, el eco mortecino con el que las sensaciones caen en el pozo de mi corazón llega a asustarme. Se me está yendo de las manos lo de hacerme mayor, o adulta, o sobrevivir en la España corporativa. No es que no tenga sensaciones, es que no me las permito. Y cada vez que me dejo llevar por una me sobreviene una calamidad, con lo que esta rata de Skinner ha dejado de pulsar la palanca.

(Corazón, qué extraña idea. ¿Es cavidad torácica una expresión más ajustada? )

2.2.12

Limpus Road

[ Pray (2008), una de mis ilustraciones favoritas de Koren Shadmi. Como anillo al dedo a uno de mis capítulos favoritos de Cakes and Ale (1930)]

Aún recuerdo que leí esta novela de W.S. Maugham de manera bastante parecida a como estoy ahora mismo, tumbada en la cama, con un edredón por encima, pasando bastante frío en mi pequeña habitación Erasmus. Era esta misma edición de 1993, Penguin. Este mismo ejemplar. Me recuerdo tan joven... tanto que me pregunto hasta que punto entendí este libro y muchos otros que pude leer aquel año. Y no por leídos y reverenciados dejan de parecerme geniales algunos de los párrafos que estoy redescubriendo. Maugham puede no ser el mejor escritor en lengua inglesa (y eso que a mí su prosa me atrapa igual que la conversación de un viejo amigo de vuelta de todo, un cínico que no ha perdido el último poso de romanticismo), pero es uno de esos escritores que se han atrevido insinuar en sus libros las intrahistorias que obviamos en la vida diaria. No todo hay que contarlo. Pero los escritores deberían estar obligados por una especie de juramento hipocrático a vestir de palabras aquello que ninguno nos confesamos, ni a nosotros mismos siquiera. ¿Qué nos cuenta Maughan en este libro, que incluso se permite un párrafo sobre el uso de la primera persona en literatura?

(134) I stared at her and I stared at the picture. I had such a funny little feeling in my heart. It was as though someone softly plunged a sharp knife into it, but it was not an unpleasant sensation at all, painful but strangely agreeable; and then suddenly I felt quite weak at the knees. But now I do not know if I remember Rosie in the flesh or in the picture. For when I think of her it is not in the shirt and boater that I first saw her, nor in any of the other dresses I saw her in then or later, but in that white silk [...](140) Then one night when we had walked home from the Canterbury, and I was leaving her at her door, when I held out my hand she laughed a little, a low chuckle it was, and leaned forward. 'You old silly,' she said. She kissed me on the mouth. It was not a hurried peck, nor was it a kiss of passion. Her lips, those very full red lips of hers, rested on mine long enough for me to be conscious of their shape and their warmth and their softness. Then she withdrew them, but without hurry, in silence pushed open the door, skipped inside and left me. I was so startled that I had not been able to say anything.
143)
I wish now that I had not started to write this book in the first person singular. It is all very well when you can show yourself in an amiable or touching light, and nothing can be more effective than a modest heroic or pathetic humorous which in this mode is much cultivated; [...] A little while ago I read in The Evening Standard an article by Mr Evelyn Waugh in the course of which he remarked that to write novels in the first person was a contemptible practice [...] All the same I can find one reason why certain novelists, such as Defoe, Sterne, Thackeray, Dickens, Emily Brontë, and Proust, well known in their day but now doubtless forgotten, have used the method that Mr Evelyn Waugh reprehends. As we grow older we become more conscious of the complexity, incoherence, and unreasonableness of human beings; this indeed is the only excuse that offers for the middleaged or elderly writer whose thoughts should more properly be turned to graver matters, occupying himself with the trivial concerns of imaginary people. For if the proper study of mankind is man it is evidently more sensible to ocuppy yourself with the coherent, substantial, and significant creatures of fiction than with the irrational and shadowy figures of real life. Sometimes the novelist feels himself like God and is prepared to tell you everything about his characters; sometimes, however, he does not; and then he tells you not everything that is to be known about them but the little he knows himself; and since as we grow older we feel ourselves less and less like God I should not be surprised to learn that with advancing years the novelist is less and less inclined to describe more than his own experience has given him. The first person singular is a very useful device for this limited purpose.
(145)'Blow out the candle,' she whispered. It was she who awoke me when the dawn peering through the curtains revealed the shape of the bed and of the wardrobe against the darkness of the lingering night. She woke me by kissing me on the mouth and her hair falling over my face tickled me. 'I must get up,' she said. 'I don't want your landlady to see me.' 'There's plenty of time.'

Her breasts when she leaned over me were heavy on my chest. In a little while she got out of bed. I lit a candle. She turned to the glass and tied up her hair and then she looked for a moment at her naked body. Her waist was naturally small; though so well developed she was very slender; her breasts were straight and firm and they stood out from the chest as though carved in marble, It was a body made for the act of love. In the light of the candle, struggling now with the increasing day, it was all silvery gold: and the only colour was the rosy pink of the hard nipples. We dressed in silence [...]. We tiptoed along the passage and when we opened the door and we stepped out into the street the dawn run to meet us like a cat leaping up the steps. The square was empty; already the sun was shining on the eastern windows. I felt as young as the day. We walked arm in arm till we came to the corner of Limpus Road. 'Leave me here, ' said Rosie. 'One never knows.'