6.9.09

Almas batuecas


[No sé con certeza si este retrato de Gutiérrez de la Vega se hizo en vida del escritor o si es post-mortem, porque es de 1837]

El viernes estuve haciendo el zapping habitual por la noche ("37 channels and nothing on") y una de las opciones que se me ofrecían eran DEC - aka Dónde estás Corazón de Cantizano y la Patiño - donde un apaleado (y algo más) Kiko Matamoros desvelaba los intríngulis de su separación, o Sálvame de Luxe, en el que periodistas contrastados como Mila Ximénez, Kiko Hernández o Belén Esteban le apretaban las tuercas a Mercedes Milá a cuenta de Gran Hermano. En fin, no creo que haga falta entrar en detalles, vosotros también tenéis tele. Tras hacer una 5 rondas de canales sin que nada interesante surgiera en pantalla, me fui a la cama a leer. ¿Se habría suicidado Larra si le hubiera tocado vivir en estos tiempos o habría ido envuelto en explosivos a Telecinco para llevarse también por delante esos establos de Gerión del Berlusco?

Larra me obsesiona estos días, aún estoy a vueltas con sus artículos. Tampoco tengo prisa, me gusta abrir el libro de vez en cuando y escuchar esa voz que me cuenta cómo éramos. Es una voz la de Larra himnotizadora, que no apela sólo al pensamiento abstracto del lector sino también a los sentidos (al menos a mi se me representan como cuadros las ímágenes de una España pasada). Tal vez esté relacionado con los aspectos formales de su estilo: no sigue el modelo "silogístico" anglosajón que se nos impone en el ámbito académico, Larra suele empezar con la reflexión íntima que vertebra el artículo y luego pone un ejemplo en el que él mismo suele ser actor. El cierre no siempre es efectivo, pero sí la cercanía con el lector, que puede percibir el desprecio y la amargura de Mariano casi como si lo tuvieramos delante.

No es sólo eso. Esa voz que está pensando la entrada segundos antes de que los caracteres aparezcan en la pantalla, voz de la conciencia, sólo conocida por mí misma (y ni siquiera siempre), tiene la manía de mimetizarse, de hacer suyas voces de otros. Es una voz que se ha disfrazado para inventar palabras que no estaban, para llenar silencios y camuflar ausencias. Pero con el tiempo hace todos esos monólogos míos. Crea para cambiarme. No creo que esté diciendo ninguna tontería, seguro que es lo mismo para todos los demás, simplemente explico cómo vivo yo la creación de conciencia cuando verbalizo en mi mente algo que hasta entonces sólo era materia informe en el subconsciente. Pues esa voz secreta se siente en armonia con la de Larra, más allá del contenido de los artículos.

Tal vez sea pretencioso escribir que comprendo más allá de lo que escribe, que me puedo poner en su piel, que siento que podríamos habernos entendido. No siempre pasa, pero a veces mi secreta voz tiene esos caprichos. Otras pasa el fin de semana (único tiempo en el que se puede permitir el lujo de estar en silencio y expandirse hasta el último extremo de los dedos de mis manos y mis pies como si fuera un alma gaseosa) sin hacer apenas nada. De la escritura de Mariano poco o nada me queda por decir, porque más que leerla la he vivido y consumido. De mi propia vida casi podría decir lo mismo.

[George Sand y Chopin según Les Enfants du Siècle (1996)]

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