20.9.09

Acaba el verano, acaba la Vuelta. Retornará, seguro.

[Ernest Ludwig Kirchner (1910) Die Artistin]

Este fin de semana se repite año tras año. San Mateo cierra algunas de las puertas abiertas por San Isidro, y cada aniversario va apuntando cosas en el almanaque de la memoria. Todo empezó cuando hace trece años vine a vivir a Madrid, antes, tal vez. Y eso lo hace mucho peor. ¿Por qué he dejado que el mundo marque mi forma de vivir? ¿Por qué me someto a lo que parecen leyes inevitables de la repetición de ciclos? Soy hija de mi tiempo y tonta del culo, por eso.

En la sociedad burguesa, el hombre no es el centro del universo, sino comparsa de un mundo institucionalizado que todo lo abarca; se pierde de tal manera que de entrada ya ni siquiera dispone de sí mismo. No se considera infinito; antes bien, percibe como infinitas (o para ser más preciso, interminables) las dudas y vacilaciones que provienen de su marginación: es empujado hacia aquí y hacia allá por los innumerables imperativos del mundo; sean cuales fueren, él quiere obedecerlos y se encuentra cada vez sometido a nuevas expectativas. La personalidad moderna no para de infringir las leyes; siempre hay algo que no se cumple a rajatabla, y al perderse en el laberinto de las instituciones y mediaciones, la personalidad se pierde a sí misma. Parece como si todo tuviese solución; y, sin embargo, el hombre no puede corresponder a todo el mismo tiempo. El mundo de las cosas se halla siempre un paso delante del ser humano; y éste, si bien habla de la infinitud, sólo se ve rodeado de un mundo material y finito. La infinitud aparece en la relación entre el hombre y el mundo material. Puede manifestarse en que el hombre tenga infinitas posibilidades en el mundo (siglos XVII y XVIII) o bien que el hombre se someta de forma desmesurada al mundo institucionalizado y concreto (siglos XIX y XX); sea como fuere, hay una atadura en lo profundo. Al renunciar a la autonomía absoluta y orientarse únicamente según el mundo dado, el hombre considera su existencia razonable o absurda basándose solamente en los parámetros existentes.

[László F. FÖLDÉNYI (2008) Melancolía. Barcelona: Círculo de Lectores. Pags. 167-168 ]

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