27.8.08
Chill out?
Acabo de volver de un fin de semana de catarsis en Ibiza (en principio era sencillo, una despedida de soltera sin complicaciones) pero ha terminado convirtiéndose en una revolución. Ahora estoy algo más tranquila pero ayer ya me veía en cualquier otro lugar y haciendo cualquier otra cosa. Y toda la bronca empezó por un rollito de primavera...
En fin. Después de meditar 24 horas y cuando cambiaba la arena del gato para que la pobre no pereciera en sus propias heces, he tenido una especie de iluminación. Esta cubriendo el fondo de la caja con los pliegos de un suplemento atrasado de El Mundo (del 11 de mayo) y he descubierto un artículo en el que Valentín Fuster y José Luís Sampedro dialogaban sobre su último libro, La Ciencia y la Vida. El libro me da mucha curiosidad (y miedo, temo los ensayos sin sustancia y los libros de autoayuda), y de momento me quedo con dos extractos sobre las píldoras de estos viejunos para encontrar (algo de) paz.
La [receta] de Fuster empieza por dos preceptos generales: 1) comunicar; recuperar el hábito de hablar y escuchar; y 2) diversificar y compartimentar. Continúa la prescripción médica por tres normas fundamentales: a) relajación física y mental o dedicar un rato diario a uno mismo para salir de la vorágine unos minutos y hallar la paz, b) el ejercicio físico, o sea química pura, y c) reflexión. A todo esto, el profesor Sampedro le llama "soltar lastre", ser capaz de "concentrarse" a base de ejercitar los tres estadios humanos según los antiguos griegos y la filosofía oriental: ejercicio físico para el cuerpo, reflexión para el cerebro y relajación de espíritu.
Después de mucho bucear en el alma y el corazón de los hombres, han llegado a una especie de tabla donde se establecen numéricamente tres premisas para la felicidad, aunque Sampedro prefiere hablar de bienestar o satisfacción. En donde lo primero es conocerse a sí mismo e invertir en el propio talento: saber elegir dónde aplicar la capacidad y habilidades personales de modo que generen placer; lo segundo es recuperar la ética del deber y el sentido de la responsabilidad - y dicen recuperar porque son conscientes de que hablan de dos principios trasnochados en el sistema educativo y sobre todo en la familia - y lo tercero aportar algo a la sociedad o hacer algo por los demás.
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