Paseábase el rey moro
Por la ciudad de Granada
Desde la puerta de Elvira
Hasta la de Vivarrambla.
-¡Ay de mi Alhama!
Cartas le fueron venidas
Que Alhama era ganada;
Las cartas echó en el fuego
Y al mensajero matara.
-¡Ay de mi Alhama!
Descabalgaba de un mula
y en un caballo cabalga,
Por el Zacatín arriba
Subido se había al Alhambra.
-¡Ay de mi Alhama!
Como en el Alhambra estuvo,
Al mismo punto mandaba
Que se toquen sus trompetas,
Sus añafiles de plata.
¡Ay de mi Alhama!
Y que las cajas de guerra
Apriesa toquen al arma,
Porque lo oigan sus moros,
Los de la Vega y Granada.
-¡Ay de mi Alhama!
Los moros, que el son oyeron,
Que al sangriento Marte llama,
Uno a uno y dos a dos
Juntado se ha gran batalla.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un moro viejo,
De esta manera hablara:
-¿Para qué nos llamas, rey,
para qué es esta llamada?
-¡Ay de mi Alhama!
Habéis de saber, amigos,
Una nueva desdichada,
Que cristianos de braveza
Ya nos han ganado Alhama.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un alfaquí
De barba crecida y cana.
-Bien se te emplea, buen rey,
buen rey, bien se te empleara.
-¡Ay de mi Alhama!
Mataste los bencerrajes,
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada.
¡Ay de mi Alhama!
-Por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y aquí se pierda Granada.
-¡Ay de mi Alhama!
[Anónimo, c.1482]
Por la ciudad de Granada
Desde la puerta de Elvira
Hasta la de Vivarrambla.
-¡Ay de mi Alhama!
Cartas le fueron venidas
Que Alhama era ganada;
Las cartas echó en el fuego
Y al mensajero matara.
-¡Ay de mi Alhama!
Descabalgaba de un mula
y en un caballo cabalga,
Por el Zacatín arriba
Subido se había al Alhambra.
-¡Ay de mi Alhama!
Como en el Alhambra estuvo,
Al mismo punto mandaba
Que se toquen sus trompetas,
Sus añafiles de plata.
¡Ay de mi Alhama!
Y que las cajas de guerra
Apriesa toquen al arma,
Porque lo oigan sus moros,
Los de la Vega y Granada.
-¡Ay de mi Alhama!
Los moros, que el son oyeron,
Que al sangriento Marte llama,
Uno a uno y dos a dos
Juntado se ha gran batalla.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un moro viejo,
De esta manera hablara:
-¿Para qué nos llamas, rey,
para qué es esta llamada?
-¡Ay de mi Alhama!
Habéis de saber, amigos,
Una nueva desdichada,
Que cristianos de braveza
Ya nos han ganado Alhama.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un alfaquí
De barba crecida y cana.
-Bien se te emplea, buen rey,
buen rey, bien se te empleara.
-¡Ay de mi Alhama!
Mataste los bencerrajes,
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada.
¡Ay de mi Alhama!
-Por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y aquí se pierda Granada.
-¡Ay de mi Alhama!
[Anónimo, c.1482]
[Puerta de Elvira, Granada. 01/02/09]
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