Spoiler alert: mejor no seguir leyendo si quieres verla. Anoche fui a ver Quantum of Solace y me pareció muy floja, pero no la peor de la serie (creo que sin duda ese honor está reservado para Die Another Day, en la que intentaban vendernos incluso un coche invisible). La explicación más sencilla es que han tratado de tejer como una complejísima conspiración internacional para controlar el petroleo lo que acaba siendo un tocomocho ramplón (no cuento todo porque para echar una tarde de domingo viendo DVDs aún sirve). Además la trama depende tanto de Casino Royal que la película no termina de despegar en ningún momento: Vesper es un lastre. Ya sabemos cómo termina la anterior entrega, ¿para qué recrearse en la suerte? Pero hay mucho más bajo la superficie de este guión.
El problema es que han dado a Bond un matiz completamente distinto del que ha tenido hasta ahora. James ya no se enfrenta a enemigos a los que puede vencer, porque los enemigos que le presentan son aliados de su propio gobierno, y ni él sabe en qué campo se encuentra. Spectra era un poder aparte, el reverso tenebroso perfectamente separado de la luz. Ahora los elementos malignos están tan infiltrados en los benéficos (hasta ahora los estados occidentales democráticos) que son indistinguibles, por lo que las lealtades a las instituciones se vuelven ambivalentes. Esto ha dejado de ser un juego de profesionales al servicio de su majestad: todos los personajes de relieve han dejado de mirar hacia arriba cuando no saben hacia dónde avanzar, ahora miran hacia dentro. Es una película sobe vínculos personales, sobre venganza y confianza.
Me queda la duda de quién es realmente el enemigo a batir. Puede que estuviera despistada y me quedara sólo con la parte que correspondía al cabeza visible (Greene), aunque mi teoría es que los guionista han dejado ese cabo sin atar ex-profeso. Es interesante lo que el ministro del Foreign Affairs le dice a M, y es que los poderes emergentes son tan volátiles y alejados del control occidental que sólo la colaboración nos permite seguir a flote. Y este aspecto político de la película me fascina, por encima incluso de sus fallos. ¿Qué le queda a Bond excepto perseguir a quien ha tratado de matar a M, a los que acabaron con Vesper? El propio Felix Leiter (agente de la CIA) actua por un vínculo más fuerte que el que le une a su ridículo jefe cuando se vuelve a cruzar en el camino de Bond. Y lo mismo ocurre con Fields, Camille y Mathis. Las lealtades se forjan persona a persona, momento a momento.
No es mi estilo, pero esta vez soy optimista con la cinta. Como peli Bond es un desastre total (hay que preguntarse si es posible seguir filmando episodios de esta saga en los tiempos que corren), pero no como película crítica (aunque sea superficialmente).
[Pasó el tiempo de Goldfinger (1959), es tiempo de hidrocarburos]
[Otro guiño al pasado: Bond abraza a Camille bajo el fuego como abrazaba a Vesper bajo el agua de la ducha]
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