Otro de esos descubrimientos en la pared. ¿Un fantasma cayendo al vacío? ¿Un miembro del Ku Klux Klan huyendo de una turba de Panteras Negras? ¿Un Ayayai de Ende?
- Vivimos en las profundidades sin luz de la Tierra - le llegó el murmullo de un coro de muchas voces -, para ocultar nuestro aspecto del sol. Allí lloramos continuamente nuestra existencia y lavamos con nuestras lágrimas la plata indestructile de la roca primitiva, con la que fabricamos la filigrana que has visto. Sólo en las noches más oscuras nos atrevemos a salir a la superficie y esas cavernas son nuestra salida. Allí arriba montamos lo que hemos preparado abajo. Y precisamente esta noche era suficientemente oscura para evitarnos nuestra propia vista. Por eso estamos aquí. Con nuestro trabajo intentamos desagraviar al mundo por nuestra fealdad y encontramos en ello algún consuelo.
-¡Pero vosotros no podéis evitar ser como sois! -dijo Bastián.
-Hay muchas clases de culpa, ay -respondieron los ayayai-: por acción, por pensamiento... La nuestra es por existir.
[M. ENDE 1983 La Historia Interminable. Madrid: Alfaguara. P: 278]
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