En el cruce de caminos de Ponzano con Bretón de los Herreros (mítico Chamberí alcohólico) hay tres bares de cañas clásicos. Y de los tres, éste es mi favorito. No sólo porque su fachada de bar de los cincuenta (seguramente heredada) sugiera mostradores de zinc y mesas de madera empapadas de cerveza a fuerza de recibir cercos milenarios. No sólo porque en verano haya casi tanta gente fuera como dentro, hablando, fumando, bebiendo o todas a la vez, y las viejas ventanas francesas estén abiertas acercando la música negra a las aceras. Ni siquiera por la calidad de la carta (chacina del far West ibérico, ensalada de tomates y ventresca, y tapichuelas de queso, aceitunas o patatas fritas con cada consumición).
Si tengo que escoger un motivo por el que éste bar es especial, es por la decoración: ladrillo visto al estilo de las viejas cavas madrileñas, paredes pintadas de gris oscuro y fotografías de boxeadores, en especial de Muhammad Ali. No me gusta el boxeo, pero tipos como Norman Mailer lo han convertido en algo épico dejándolo en negro sobre blanco, igual que Herman Melville hizo en Moby Dick (y tampoco estoy a favor de la caza de ballenas). La mente juega extrañas pasadas: durante una época en la que leía a Mailer descubrí este bar y vi por televisión Ali, precisamente la parte de Rumble in the Jungle. En fin, esperemos que el 86 de Andrés Mellado (que es donde se trasladan) no corrompa el espíritu original.
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