Busca "teleworking" en Google Images. Qué de tazas humeantes.]
Aún no he descubierto si es que no me gusta relajarme o que me relajo de manera distinta a mucha gente. El caso es que me cuesta mucho eso de no hacer nada. Me cuesta mucho ver la tele sin más, o tumbarme en la cama sin más. Pasear sin más. No soy la persona más trabajadora del mundo, pierdo mucho el tiempo en tonterías, en procesos complicados. Tampoco necesito tener mi agenda llena de cenas, quedadas o turismos rurales. Pero si relajarse es no hacer nada y disfrutar del vacío, yo no lo logro.
Después de una semana más en el exprimidor, maldurmiendo y malcomiendo, esta mañana me he despertado algo más tarde, pero poco más: eran las 10 cuando los gatos han roto un vaso mientras peleaban, y una vez que he abierto los ojos ya no podía quedarme en la cama. Bien. Después de desayunar he encendido el ordenador, por supuesto. Y aquí estoy expandiéndome en lo que por fin se ha convertido en una buena costumbre. Durante la semana suelo sacar mis entradas, pero me cuesta mucho hilar una en la que las palabras sean mías. Y es que intento hacerlo mientras veo la televisión - ya lo he dicho, no sé ver la televisión a secas. Lo hago mientras ceno, cocino, friego o plancho, nunca por sí sola. Me pongo nerviosa.
Los cerebros más eficientes son los que funcionan de manera más rápida y sencilla. El mío suele funcionar muy lento porque tengo demasiados procesos en marcha, pero es que muchos elementos externos descargan recuerdos o generan ideas, abren vías nuevas. Mi cerebro me marca una forma de trabajar a saltos, de actividad en actividad, cada vez más lento porque está cargado de tareas. Como Homer en esta escena memorable: mete la mano en una máquina de golosinas, se queda atrapado y tiene que ir arrastrando la máquina por el pasillo del hospital. De pronto se cruza con otra máquina similar en el pasillo...y también mete la mano. Que por supuesto queda atrapada a su vez.
Aún así, estoy bastante contenta. A ratos me tumbo en el sofa y veo pasar las nubes por la ventana. A ratos me levanto y bailo un poco, o juego con los gatos. Ahora estoy muy concentrada y escribo mientras escucho "Vuelve la canción protesta" de Los Planetas. Por la ventana entra una brisa fresca y cargada de olores agradables: ropa limpia tendida, café recién hecho, yerbas secas, agostadas. En el otro sofá la gatita persa está tumbada, en un sueño profundo como de haber estado segando desde el amanecer. Una vida sencilla, monotarea. Sin remordimientos.
[Ah! The simple life...El sol, aire para respirar, agua para beber.
Gatitos que acariciar]
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