3.7.09

destinolibro 164

[Lo único que he conseguido robar al mayor de los tacaños]

Ahora que viejo y fatigado voy, perdido con los años el amable calor de la moza fantasía, por veces se me pone en el magín que aquellos días por mí pasados, en la flor de la juventud, en la antigua y ancha selva de Esmelle, son solamente una mentira; que por haber sido tan contada, y tan imaginada en la memoria mía, creo yo, el embustero, que en verdad aquellos días pasaron por mí, y aún me labraron sueños e inquietudes, tal como una afilada trincha en las manos de un vago y fantástico carpintero. Verdad o mentira, aquellos años de la vida o de la imaginación fueron llenando con sus hilos el huso de mi espíritu, y ahora puedo tejer el paño de estas historias, ovillo a ovillo.

[A. CUNQUEIRO 1986 Merlín y familia. Barcelona: Eds. Destino. Pg. 9]

El domingo pasado, cuando todos se dispersaron en busca de cama y sofá después de la comida familiar, estuve dando vueltas por la casa. No había mucho que hacer, y buscando algo para entretenerme encontré en la estantería de mi antiguo cuarto un libro ya viejo, de los que tuve que leer en el colegio. De pronto un montón de recuerdos surgieron de la nada, recuerdos que probablemente, como dice el prólogo de Merlín y familia, son más imaginados que reales de puro trillados. Me gustó mucho leer aquel libro en su momento (y eso que era difícil poder seguir el hilo en clase: cuando tienes 15 años y todos tus compañeros están en pleno brote de picores, cada palabra se carga de sentidos sexuales), ahora me gusta incluso más.

Un par de capítulos y estoy de nuevo en la mágica selva que acoge a Merlín y doña Ginebra. ¡Qué idea genial la de ubicar el retiro del viejo mago en Galicia! No se me ocurre otro lugar mejor para esas aventuras. Aunque esa Galicia de la que habla Cunqueiro haya sido engullida por el nuevo milenio junto con mi propia historia.

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