20.1.13

La única medicina


 [Panta Rhei, una de mis librerías favoritas de Madrid. Y debajo, los estantes de comics]

 
Vaya sábado ocioso, estar en casa escribiendo a la una de la mañana mientras escucho Teenage Fanclub (después de 15 años sin poner Songs from Northern Britain  aún puedo cantar todas las canciones y siguen pareciendo frescas) no es sino la culminación. Ha llovido toda la noche y todo el día, el viento ha batido las persianas y ha silbado al pasar por las ventanas mal cerradas. Viento es a desazón lo que lluvia a melancolía, y cuando amanece así lo primero que viene a mi mente al abrir los ojos son otros sábados de invierno y tormenta. Al salir de casa de mis padres esta tarde sólo me apetecía comprarme un libro. Un libro arregla las cosas, a veces, si consigo sacar el tiempo. Y comics es casi lo único que compro de un tiempo a esta parte, porque no me matan de aburrimiento - son ficción,  pero las palabras están por fin administradas con criterio: las imágenes les roban el espacio y la elocuencia. Sobran explicaciones.

[Jo, qué bueno es este disco, desde "Start again" a "Speed of light". Ahora entiendo por qué pasé un curso entero (3º de carrera, creo) escuchándolo en el zulo de la calle Juan de Austria en el que vivía mi amiga M. Y menos mal, porque vaya año de depresión fue aquel.]

Comics, decía. Hoy me he decidido por El Vecino I y II, de Santiago García y Pepo Pérez. Del primero sé muy poco o nada, pero a Pepo lo sigo bastante por su blog (que puedes consultar en la columna de sitios que sigo, a la derecha). A ver cómo resulta, tengo una curiosidad tremenda. Incluso buen humor, estos malditos escoceses que suenan por segunda vez deben ser los culpables.

[Más comics, esta vez en La Central de Callao]
 
[Y ya en casa, con mi copia de El Vecino. ¡Por fin!]

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