[Boccherini, La Musica Notturna Delle Strade Di Madrid No. 6, Op. 30.
Es curioso pensar que esta melodía se escribió a caballo entre Arenas de San Pedro y Madrid]
He conseguido ponerme al día con la filmografía de Russel Crowe (un actor que me sigue gustando aunque haya caído en desgracia en Hollywood). Me perdí Master & Commander en su momento y por fin la he visto. Y me gustó mucho. Sólo hay algo que me preocupa: no podía evitar transladar todo lo que ocurría en la película al día a día de mi empresa. Mi familia dice que estoy obsesionada con el trabajo, pero yo sospecho que John Collee y Peter Weir, adaptadores de la novela de O'Brian, leyeron los manuales de algún gurú en gestión de equipos para la ocasión.
Algunas ideas que se me ocurrieron. Nada nuevo, pero no quiero olvidarlas:
-Donde hay patrón no manda marinero: ¿cómo se paga al becario que ahorra millones a una empresa? Con raciones extra de ron.
-La persecución obsesiva de los objetivos nos puede hacer perder la perspectiva, la visión global. Y nos hace olvidar que trabajamos con personas.
-Por algún motivo extraño, de vez en cuando se da la circunstancia de que un grupo de personas se dejan la piel trabajando juntas por un ideal, cuando en realidad ese trabajo pone en peligro su seguridad inmediata - reconozco que aún estoy esperando ver esto en mi oficina...
-Cuando pasa el momento de los descubrimientos, pasa. Seguramente Darwin no fue ni el primero ni el único en preguntarse sobre las variedades de iguanas de las Galápagos. Pero él sí perseveró. Así que mejor proponer las ideas cuando surgen, o alguien lo pensará también.
-La apariencia de autoridad suele provocar reconocimiento de autoridad. Nunca des muestras de debilidad, aunque estés equivocado. Nunca dejes pasar un mal gesto, una mala actuación sin afrontarlo. Se puede admitir un error, pero de manera en que tu posición salga reforzada, no minada. Y gran parte de esa autoridad es simplemente apariencia de la misma: apariencia de seguridad, de seriedad, de éxito. Solemos dar por hecho, no analizar.
-Hay quienes tienen que tomar las decisiones, y quienes tienen el privilegio de discutirlas. Ambos roles son imprescindibles, pero cambiar esos papeles puede provocar una debacle.
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